Al
comenzar a leer el primer cuento de esta recopilación tuve una sensación de
dejá vu que no lograba quitarme de la cabeza. Pasando la segunda página ya
tenía claro que yo había visto esta historia. Mi protagonista adquiría la cara
de Bette Davis y la descripción del resto de personajes era totalmente
coherente con las imágenes de mi memoria. La película “La carta” que había
visto hacía dos años en un cine de verano tenía que estar basada en este
relato. Y efectivamente, esta obra menor de William Wyler se había basado en el
cuento entre mis manos. La película me gustó, aunque la actuación ha quedado
algo anticuada, pero el relato es sublime. Y así uno tras otro, hasta que he
terminado el libro con ganas de más.

Hay
editoriales con las que te sientes personalmente identificado. Es decir, todo
lo que publican te resulta interesante. Particularmente me pasa con tres, y
Atalanta es una de ellas. Puedo avanzar que este libro es maravilloso, que te
devuelve el placer de la lectura ante tanta escritura insulsa y convencional.
Historias de principios del siglo XX que provocan añoranza por los buenos
relatos y narraciones absolutamente redondas. Atalanta se caracteriza por su
buen gusto y por sólo ocuparse de grandes libros.
El
libro consta de doce relatos escritos por Maugham en diferentes épocas de su
obra literaria. Aunque tienen mucho en común, la sociedad que reflejan, la
realidad de las relaciones humanas en torno al paso del tiempo. Un pensamiento
común es el matrimonio como continua decepción. Ya sea por conveniencia o con
una historia de amor apasionada detrás. Una total ausencia de fe en el amor.
Algunos de estos cuentos en torno a este tema son mágicos, como el de “Red” o “La
Joya”.
Otro
de los paisajes más comunes son los misioneros, plantadores o supervisores
europeos en tierras indígenas. A estos pertenece “La carta” y la mayoría de los
relatos que aquí se recopilan. Una época que se me antoja muy interesante, que
como amante del cine clásico he podido disfrutar a menudo. Estas aventuras dan
lugar a los acontecimientos más insospechados, a los cambios de fe, a las
vueltas de tuerca.
He
visto una película en cada una de las narraciones. El punto fuerte del autor es
contar una historia buena, cerrada, sin florituras pero bien descrita, que te
absorba por completo y te traslade a Siam, a Malasia, a Londres… que te haga
olvidar tu mundo. Pocos autores consiguen que olvides que estás leyendo y
Maugham era un maestro en esto. Absolutamente recomendable, yo ya he empezado a
hacerlo entre mi familia. Un libro que no busca historias raras, que no
pertrecha experimentos con el lenguaje, maravillosamente bien escrito e
imaginado.
William
Somerset Maugham (1874-1965), nacido en la embajada inglesa de París, donde su
padre trabajaba como asesor legal, vivió el período efervescente de Inglaterra
anterior a la Primera Guerra Mundial –durante la cual llevó a cabo una misión
de espionaje en Rusia– y los brillantes años veinte en Londres, París y Nueva
York, siempre en contacto con las personalidades culturales más relevantes de
su tiempo. En 1928 compró la villa La Mauresque, una finca de casi cinco hectáreas
frente al mar, cerca de Saint-Jean-Cap-Ferrat, en la Riviera francesa, y allí
solía pasar largas estancias que intercalaba con frecuentes viajes a América o
a lugares remotos de Asia, a bordo de alguno de los transatlánticos de la
célebre naviera inglesa P. & O.
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Somerset Maugham |
Maugham
estudió medicina en el hospital Saint Thomas de Londres. El éxito inesperado de
una de sus primeras novelas afianzó su vocación literaria. A partir de
entonces, el ejercicio de las letras y el teatro le hizo rico y popular.
Escribió veintiuna novelas y veinticuatro obras teatrales, varias biografías,
ensayos y libros de viajes, así como alrededor de cien cuentos.
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