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Los otros géneros

En nuestro transcurrir vital, hay lugares en los que nos sentimos cómodos y son los que transitamos (si nos dejan), en los que nos gusta estar sin máscaras, sin fingir, sin aparentar. La casa de mis padres, una reunión de amigos (de los amigos amigos), el libro que nos devuelve a la felicidad absoluta que hace que se paren los relojes. Y dentro de esos libros donde sucede la magia, hay géneros que ganan por goleada, al menos en mi caso. Otros, sin embargo, se quedan escorados y les cuesta encontrar el sitio. Y no es tanto por falta de ganas como por falta de tiempo, esa variable finita que nunca se detiene. Por eso hoy quería reivindicar tres libros de géneros menores dentro de mi abanico lector. Para que podáis valorar y decidir cuáles son vuestros géneros estrella y cuáles son esos géneros que esperan en el banquillo esperando pacientes su oportunidad.

Ella dijo destruye, Nadia Bulkin.

¡Qué poco nos prodigamos en la literatura de terror! Relatos de miedo para recuperar sensaciones perdidas que también encontramos en los libros y que tengo asociadas a mi infancia.  La familia, la muerte, conflicto de identidades y distopía. Un ejemplo de que el miedo, lo inquietante y las atmósferas oscuras tienen un lenguaje universal y exportable. Un recomendable soplo de aire fresco.

Diario de los años de plomo, Richard Matheson.

Es difícil no sentirse atraído por esta novela si disfrutaste, como fue mi caso, con la serie Deadwood, con los viejos clásicos del Oeste menos idílico (qué nostalgia de la colección de Valdemar) o con los westerns de Sam Peckinpah. El pasado no resuelto del antihéroe, la culpa, la redención, la épica de un lugar, Norteamérica, que fue el principio de todo. Un novelón que se lee como un clásico y se disfruta como cuando éramos niños y devorábamos comics de El Coyote (sí, ya tengo mis canas).

Alois Nebel, Jaroslav Rudiš.

Como siempre, Gallonero descubriéndonos la mejor novela gráfica más allá de los circuitos convencionales. Un cómic checo traducido al español tras casi veinte años de su creación y que por fin llega a nuestro mercado. El autor cuenta y dibuja la historia de su abuelo, un ferroviario superviviente de la segunda guerra mundial cuya vida, frustraciones y traumas vemos pasar desde la estación solitaria donde trabaja. Una forma diferente de afrontar la guerra que nos permite obtener puntos de vista enriquecedores y reveladores.


La guerra desde los ojos no oficiales también es guerra. Es fantástica la evolución del personaje a lo largo de la historia, permitiéndonos como lectores acompañarle en el recorrido, doloroso a veces, transformador casi siempre. Ojo con el dibujo, en sobrio blanco y negro y con formas poligonales y poco artificiosas que me han recordado, salvando las distancias, al Sin City de Frank Miller. Del cómic surgió una película animada, que fue un éxito allá por el año 2012. Si estáis interesados en conseguirla, la encontraréis a poco que busquéis. 

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