Llega el viernes y llega uno a casa descamisado, casi sin aliento,
con la sensación de que un trozo del cuerpo se ha quedado en la oficina. Semanas
donde desabotonarse el pantalón y compartir una sobremesa tranquilo haciendo
repaso de la semana es una tarea obligada para identificar aciertos y errores.
Y al final del todo, un buen libro que nos abra la mente y nos ayude a pensar
con mayor claridad en los asuntos que nos esperan el lunes. Una forma magnífica
de alejarse para volver a acercarse a los asuntos del día a día con mayor
lucidez. Porque, como dice mi profesor de piano, si el ejercicio no te sale,
déjalo y vete a dormir. Al día siguiente descubrirás que durante la noche tu
cerebro se ha “cableado” y ya eres capaz de tocarlo bien. Coge alguna de estas
recomendaciones en forma de libro para que te ayuden a “cablear” los problemas laborales,
personales y familiares que a veces se nos atragantan.

Cerrar los
ojos, Edurne Portela. Portela
cambia de lugar y de conflictos, pero de nuevo explora las heridas de después,
las no cicatrizadas, las de los silencios y las miradas que hablan de tiempos
no tan pasados. Si con El eco de los disparos y Mejor la ausencia nos
mostraba la introspectiva del conflicto terrorista vasco (el conflicto hacia
dentro, el más difícil de resolver), en Cerrar
los ojos nos traslada a un pueblo de posguerra de heridas mal cerradas, de
la venganza después de la victoria, de muertos a ambos lados de la tapia del
cementerio, de silencios insoportables, y de la necesidad de reencontrarse con
el pasado, que no siempre es el propio, sino el de un padre que no supo
resolverlo. Ha tenido que ser Portela la que, con la historia de Pedro y de
Ariadna y la de Pueblo Chico concentra a través de la ficción miles de
historias que no fueron ficción y que, a pesar de lo que te cuenten, no están
resueltas. La mirada clara y dolorosamente aséptica que se autoimpone la
escritora vasca habla y retumba en las paredes de nuestras cabezas lectoras.
Imprescindible visión del conflicto más doloroso: el que perdura durante
décadas después del propio conflicto.

Hamnet, de
Maggie O´Farrell. Una
de esas novelas por las que merece la pena leer, y por las que leemos. ¿Qué
sentido tendría si, aparte de disfrutar y de adquirir experiencias y
conocimientos, no apareciera de vez en cuando un tesoro como este? Hamnet es la
historia de un autor – Shakespeare -, de una obra, - Hamlet - , pero también (y
sobre todo) es la historia de una mujer, de un hijo, de una forma de afrontar
la pérdida y la partenidad, o de las dos cosas a la vez. Es historia pero como
solo es capaz de contarla O´Farrell. Una de las alegrías literarias del año.

Vidas
arrebatadas, Pepa Bueno. Tal
como dice Manuel Jabois en el prólogo, Vidas
arrebatadas pone el foco en los supervivientes de los atentados, ni siquiera
en las víctimas que no mueren, sino en los que ni siquiera reparamos que son
víctimas más allá del día del atentado, para los que la vida sigue. En este
caso la periodista da voz a dos niños que perdieron a sus padres y a su hermana en el atentado con coche bomba que ETA perpetró contra la casa cuartel de la
Guardia Civil en Zaragoza. Y nos cuenta cómo han sido sus vidas desde entonces,
la de dos niños sin rumbo en un mundo que no estaba preparado para dos
huérfanos sin padres. El relato es estremecedor y sincero, aunque tengo la
sensación de que la historia podía haber dado más de sí. Un debut más que digno el de
Pepa Bueno como autora, por la que no oculto una incondicional admiración, y un libro que va a encontrar muchos lectores por el
camino.
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