Todas las generaciones creen que todo era mejor
antes. Da igual de cuál se trate, porque las frases son intercambiables:
nuestra infancia era mejor, nuestras calles eran más seguras, ahora no se
enseña como se enseñaba antes, ¿la música? Dónde va a parar, ay que ver cómo
hemos empeorado, mi infancia fue mucho mejor que la tuya … No nos engañemos, no es verdad. Salvo contadísimas
excepciones, es justo al revés, todo tiende a mejorar, nuestros hijos aprenden
más y mejor que antes, el mundo no era más seguro (al menos era igual de
inseguro, aunque las formas que adquiere esa inseguridad hayan cambiado), la música no es peor, son tus oídos los que
no han evolucionado. Se llama nostalgia, y es el mecanismo con el que nos
protegemos ante el miedo que supone adaptarnos a lo nuevo. Toda adaptación
conlleva la destrucción de algo anterior, y las pérdidas nos asustan. Por eso
no me gusta la nostalgia. Estas semanas estoy especialmente feliz por haber
recuperado la cercanía de una amistad nunca perdida, pero sí un poco (muy)
descuidada. Y es que las responsabilidades a veces no nos dejan ver el bosque,
y de repente te das cuenta de que han pasado veinte años y son justo los que
llevas sin ver a tu amigo. Y aunque lo tengas cerca solo te unen a él un par de
grupos de whatsapp. Pues aquí estamos, despreciando a la nostalgia e
instaurando una cita semanal en la que paseamos, compartimos de nuevo todo lo
que nos une y nos reímos como si no hubiera pasado el tiempo, que en realidad
no ha pasado, sino que está por venir, a nuestra entera disposición. Son nuestros martes a las siete. Y es
que ya lo explicó Orson Wells en 1960, mucho mejor que yo:
Mamotreto, de
Raúl Cimas. Toda
la obra gráfica de Raúl Cimas en un libro, editado por Blackie Books. Y qué
forma mejor de llamarle que Mamotreto. Y claro, no he dudado en devorarlo
aunque ya tenía por separado los tres libros que lo componen, también
publicados por Blackie. Si tengo que decidir si recomendarlo, lo tengo que
pensar mucho, me pones en un brete. Es como si tengo que recomendar algo muy
placentero pero muy perjudicial para la salud, no sé, una droga estupenda (permitidme
el incómodo ejemplo). Sí, pero no. Venga, no. Bueno sí. Sí, definitivamente sí.
Infrafútbol, de Enrique Ballester. Creo que de todas las colecciones que se editan actualmente, la reina de la nostalgia es Hooligans Ilustrados, o lo que es lo mismo, la declaración de amor (o de odio, o de desamor) de un escritor a su equipo de fútbol del alma. En esta colección Manuel Jabois escribió sobre su pasión por el Real Madrid, Enric González sobre su querido Espanyol y Antonio Luque (señor Chinarro) sobre el Betis. Y escriben de fútbol pero casi nunca solo de fútbol, sino sobre recuerdos, frustraciones, radios en el oído y domingos por la tarde. Es injusto simplificarlo porque cada uno escribe de lo que quiere. Pues un buen amigo me regaló Infrafutbol, de Enrique Ballester, y esta pequeña maravilla (los hooligans ilustrados sí son de verdad libros de bolsillo) ha conseguido que me haga un poco del Castellón. Sí, como lo oís, del Castellón. Esta colección de libros del KO es lo mejor que le ha pasado al deporte rey en España, mucho más que el propio deporte. Deseando ver Hoolingans Ilustrados de equipos de otros países, y es que así somos los nostálgicos que nos negamos a serlo. Siempre mirando hacia atrás, a cuando nos gustaba el fútbol, cuando molaba más que ahora.
Donald Trump, según
su sobrina. El
libro se llama Siempre demasiado y nunca suficiente y es una retrospectiva de
la trayectoria y la personalidad del ex (qué bien le sienta el prefijo)
presidente de los Estados Unidos a lo largo de su vida vistas por su sobrina,
testigo privilegiada de lo narrado. Conclusión, Mary Trump, psicóloga clínica
de profesión, concluye sin ambigüedades: su tío es un enfermo mental cuyo
sociópatía le ha convertido en uno de los personajes potencialmente más
peligrosos de la historia reciente. Aunque el libro me ha gustado, esperaba más
de él y no me ha contado demasiadas cosas que no supiera, más allá de algunas anécdotas
familiares que hacen todavía si cabe más increíble comprender cómo Trump ha
llegado a ser presidente del país más poderoso del mundo. Eso sí, el libro está
muy mal traducido, tanto que he estado a punto de abandonar la lectura. Por
favor, más cuidado con estas cosas, que desalientan cualquier lectura, por
entusiasta que sea.
Nacho Vegas. Siempre Nacho Vegas. Y no es
nostalgia, aunque esta vez sea algo parecido a un recopilatorio (pero valiosísimo,
porque recupera algunas canciones desperdigadas de su carrera, no incluidas en
sus discos). Nacho Vegas es volver a casa, a gritar que el mundo está lleno de
canallas y que sí, en la vida casi siempre hay buenos y malos. Y la equidistancia
es casi siempre el refugio de los malos.
Cuidaos, cuidad a los que os rodean y acompaños de buenos libros.
Que recomendables y especiales son esos paseos.
ResponderEliminar20 años no es nada, porque el tiempo es relativo y en nuestro caso paren haber pasado solo 20 segundos.
Me alegro de compartir contigo nuestra nostalgia.
Un abrazo