En los últimos meses he tenido uno
de esos descubrimientos que tienes ganas de compartir con todo el mundo.
Decirles: NO PODÉIS PASAR NI UN SOLO DÍA DE VUESTRAS VIDAS SIN VER ESTO. ¿La
realidad? No lo haces, por vergüenza, o simplemente porque sabes que en el
fondo no todos van a entenderte, o
simplemente porque “todo el mundo” para cada uno de nosotros son en realidad
unas pocas personas con sensibilidades e intereses comunes a los tuyos. Aquí
empieza mi historia con Hamilton, el monumental y
maravilloso musical de Broadway que ha cambiado del día a día del que os
escribe y de su familia. Y mi enorme interés por la historia de Estados Unidos
y su guerra de independencia con Inglaterra. Que dos niños de cuatro y seis
años de una pequeña ciudad de la Mancha sepan quién es Alexander Hamilton y
rapeen My shot es una de las
consecuencias mágicas de la globalización. Alguna cosa buena tenía que tener.
Lo que ahora os voy a relatar es
cómo el interés por un musical puede desembocar en uno de los viajes literarios
más apasionantes en los que me he visto envuelto.
Empecemos por el principio. Hace ya años que mi pareja me habló de
Hamilton, pero ahí quedó la cosa, para mí y para ella. No es fácil profundizar
en un musical de Broadway a miles de kilómetros de distancia… o sí, pero hacía
falta un empujón, alguien que nos enseñara el camino. Y esa persona apareció.
Su nombre es Jaime Altozano, un músico yoububer (sí, un youtuber) cuya mayor
virtud (de las muchas que tiene) es acercar los conocimientos musicales más complejos de forma sencilla y
divertida. Para que los entienda todo el mundo. Le seguía desde hace meses,
fascinado por sus análisis de bandas sonoras, de compositores de música
clásica, de bandas sonoras de videojuegos (sí de videojuegos). Hasta que
llegaron dos videos suyos: El primero fue el análisis profundo de El mal querer, el disco de Rosalía.
Sigue leyendo por favor, que este blog sigue siendo de literatura.
Sencillamente ALUCINÉ. Y me di cuenta de cuánto nos perdemos en la vida por
nuestros prejuicios (los sesgos invisibles, que dicen los entendidos). Vamos
que pasé de los cantautores al flamenco trap de esta tipa cuya música es de
todo menos sencilla. Os dejo el enlace al video, y sigo con el viaje.
El segundo video era sobre Hamilton, el musical, y ahí empezó todo.
No voy a extenderme mucho porque
el vídeo lo dice todo (ni lo haría mejor que Jaime) pero os doy dos
pinceladas. Hamilton es un musical de Broadway creado por uno de los grandes
genios de la cultura de las últimas décadas, Lin Manuel Miranda, autor que
está detrás de alguna de las mejores bandas sonoras de películas actuales (la
nueva Mary Poppins, Vaiana o Star Wars están entre sus creaciones). Pues bien,
Miranda se fijó en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, y lo
hizo a través de un personaje crucial pero no de los más conocidos, Alexander
Hamilton, mano derecha de George Washington en la guerra que de la nada acabó
convirtiéndose en Secretario del Tesoro de Estados Unidos (algo así como el
ministro de economía del país). Dos cosas hacían especial la figura de
Hamilton: se trataba de un inmigrante, procedente de una isla caribeña
francesa, que fue enviado a Estados Unidos por los habitantes de su isla porque
sus cualidades no pasaban inadvertidas; por otro lado, el personaje encarna la
épica del hombre que de los estratos más bajos de la sociedad acaba
protagonizando la historia de un país hecho a sí mismo. Es el ejemplo
primigenio del sueño americano. En la primera canción del musical se resume al
personaje a la perfección:
Lo que hace Miranda con la
historia de Hamilton es la clave de su éxito. En primer lugar hace que toda la
historia de la guerra, la Constitución Americana y la concepción de lo que hoy
representa el sagrado patriotismo norteamericano gire en torno a Alexander
Hamilton. Además, añade dos elementos le dan a la historia una vuelta de tuerca
increíble: En primer lugar, el musical es una ópera rap espectacular; y en segundo lugar, los protagonistas de la
obra (los que encarnan a los personajes principales de la historia de Estados
Unidos) son actores negros. Así, muchos de los que han visto (y siguen viendo)
la obra le ponen rostro de personas de raza negra a George Washington, Tomas
Jefferson o James Madison. ¿No os parece magistral?
El resultado de todo esto es una
obra con un éxito sin precedentes en Broadway, exportada a decenas de ciudades
del resto del mundo (la obra se representa en Londres, Toronto y numerosas ciudades
norteamericanas) y que se ha convertido en la principal herramienta de divulgación
de la historia del nacimiento de Estados Unidos en los colegios de
Norteamérica. Y así durante más de cinco años. Y los que nos quedan. Para
disfrutar de Hamilton os recomiendo que investiguéis en Youtube, donde podéis
escuchar la obra completa subtitulada. Hay grabaciones en video no oficiales, a
las que podéis acceder con un poco de suerte, o esperar a 2021, año en el que
Disney estrenará la película de la obra (la grabación oficial). Estoy contando
los días hasta el estreno. Y mientras tanto, estamos intentando organizar un
viaje a Londres para ver la obra en directo. Soñar es gratis, de momento.
En casa escuchamos el disco sin
parar, mis hijos rapean hasta donde son capaces y el mayor habla de Alexander
Hamilton como si fuera Bob Esponja. Pura magia, como os digo. Y a partir de
aquí, el camino hacia la literatura, porque este blog sigue siendo (aunque no
lo parezca) de libros y para lectores. El primer libro relacionado con Hamilton
ha sido – no podía ser de otra manera – el libreto de la obra, en inglés claro.
Una maravilla que consultamos en casa como si fuera la Enciclopedia Británica.
Por cierto, en los libros que os voy a descubrir más adelante veréis que hay un
vacío enorme de obras traducidas al español sobre la guerra de la independencia
de Estados Unidos, lo que ha hecho que en muchos casos nos hayamos visto
obligados a practicar en casa nuestro inglés leído. No hay mal que por bien no
venga.
Este es el recorrido lector, aún
en marcha, que hemos hecho para descubrir la apasionante historia que, más allá
de imperofobias bien justificadas, Estados Unidos ha protagonizado como ejemplo
de país hecho a sí mismo, en el firme propósito de convertirse en el mejor
pueblo de la historia. Y en muchos aspectos, aunque nos pese, lo han
conseguido.
Uno. La revolución norteamericana,
de Gordon S. Wood (De Bolsillo, Literatura Random House). La primera piedra
de toque, el libro que me regaló mi pareja cuando entrevió mi entusiasmo por
Hamilton. Didáctico, breve, abarcable. Te permite descubrir las claves de la
independencia, sus conexiones europeas (sus paralelismos con la Revolución
Francesa), las claves de su Constitución, con repercusiones hasta la actualidad.
Muy recomendable para comenzar a descubrir cuánto desconocemos del gran
imperio.
Dos. Y tres. 1776, de David McCullough y The Quarter, de Joseph J. Ellis. Comenzamos con la obra no
traducida. Dos de los libros fundamentales sobre la historia norteamericana. El
primero, quizás el más prestigioso, centrado en el año de la Declaración de la
Independiencia. El segundo, aborda el tema desde cuatro de las biografías
fundamentales de los principales protagonistas, George Washington, Alexander
Hamilton, John Jay y James Madison. Asequibles con conocimientos medios de
inglés.
Cuatro. Y cinco. Y seis. La Constitución de Estados Unidos. La
declaración de la Independencia. La Carta de Derechos. Pirateando de aquí y
de allá he acabado leyendo los textos fundamentales sobre los que gira toda
esta historia. Sorpresa: la constitución se lee muy bien, no es nada pesada, y
es un ejemplo de cómo establecer las bases sobre las que armar un país nuevo.
¡Casi nada! La Carta de Derechos son las famosas enmiendas (las que escuchamos
en las películas de juicios y abogados estadounidenses). Aquí os recomiendo el enlace en español a los archivos nacionales del gobierno de los Estado Unidos, donde lo podéis encontrar TODO traducido.
Siete. El Federalista. ¡Por fin, un libro traducido! Y, por cierto,
muy bien traducido, aplauso para Akal, la editorial responsable. Se trata de
otro de los textos fundamentales para entender el contexto en el que nace la
Constitución de Estados Unidos, y los intensos debates en torno a la concepción
de estado. No olvidemos que entes de que se unieran las 13 colonias, los
colonos llamaban a sus respectivos estados “países”. En El Federalista se
recogen los ensayos escritos por Alexander Hamilton, John Jay y James Madison
en defensa de un estado centralizador, frente a los defensores de un
federalismo con mucha mayor autonomía de los estados. Hay auténticas joyas
dentro de este intenso libro de 600 páginas, por lo que os recomiendo paciencia
si decidís leerlo. Yo no la he tenido...
Ocho. Alexander Hamilton, de Ron Chernow. Y por fin llegamos al libro que sirvió de inspiración a Miranda para crear Hamilton, el musical. ¿Lo malo? Que no está traducido; ¿Lo bueno? Que se puede leer con un nivel de inglés medio. Yo lo tengo en la mesita, hincándole el diente unos minutos antes de dormir. Teniendo en cuenta que tiene ochocientas páginas y que leo aproximadamente cinco páginas en treinta minutos, tardaré un año en terminarlo. Es la historia de Hamilton no exactamente novelada, pero lo cierto es que se parece más a una novela que a un ensayo. Resumen: Se lee muy bien y se disfruta; y un ruego a los editores nacionales: que lo traduzcan por favor.
Nueve. La historia indígena de Estados Unidos, de Roxanne Dunbar-Ortiz. Aquí acaba mi trayecto literario con la historia de los Estados Unidos. Un final perfecto que en España ha publicado Capitán Swing que supone el necesario punto de vista de los que estaban allí antes de que los colonos hicieran suyo el territorio norteamericano, primero con sus trece colonias del Este y más adelante con su expansión hacia el Oeste. Una magnífica lectura que ayuda a entender a las tribus que aún hoy reivindican lo que consideran suyo (o al menos tan suyo como de los conquistadores). Muy bien estructurado y riguroso, con datos suficientes como para completar todo lo leído anteriormente, con sus huecos y sus imprecisiones. Al fin y al cabo, la historia la escriben los vencedores.
Y para terminar, dos recomendaciones relacionadas. En primer lugar, la miniserie John Adams, disponible en HBO. 7 episodios que permiten acercarnos de otra forma - más cómoda - a la independencia de Estados Unidos. Basada en la biografía de David McCullough (el autor del 1776, que citaba antes). Multipremiada y muy recomendable, con un inconmensurable Paul Giamatti.
Y por último, para que podáis degustar con tiempo la anterior obra musical de Lin-Manuel Miranda, os dejo el trailer de la película In the Heights, la versión cinematográfica que se estrena en verano. Va a dar mucho que hablar. Si queréis escuchar más, en youtube lo tenéis todo.
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