El
libro del que os voy a hablar vino precedido por un doble aval. En primer
lugar, la persona que me lo regaló: ella siempre acierta. En segundo lugar,
Navona, la editorial que lo publica, toda una garantía de calidad y de olfato
literario.
Noches insomnes es un libro aparentemente
sencillo pero que tiene un sinfín de lecturas. En primer lugar, se trata del
testimonio autobiográfico de Elisabeth Hardwick, autora afincada en Nueva York
en plena etapa de crisis personal y vital. Recientemente divorciada de su
marido, el prestigioso poeta Robert Lowell, el libro es un diario personal
sobre una mujer y una ciudad.
No hay
mejor manera de acercarse a Nueva York que a través de esta suerte de
confesiones, aparentemente sencillas pero únicas en su singularidad. Muy pocos
lo han logrado con esta maestría, Gornick, Muñoz Molina (su maravilloso
Ventanas de Manhattan…).
Pero Noches insomnes es mucho más que eso.
Hardwick es la punta de lanza de la respuesta de las mujeres a una sociedad que
bajo una fachada de libertad y modernidad escondía un papel absolutamente
secundario para ellas. Ella, mujer de un poeta, lo vivió personalmente, pero
solo hay que echar un vistazo al contexto literario de los 70 en Estados Unidos
para entender que el gran escritor solo podía ser un hombre. Como siempre, la
mejor respuesta es la literatura y sus grandes mujeres.
El
libro, breve y certero, supone un soplo de calidad y de tranquilidad a la
literatura urgente (y no falta de calidad por ello). El swing de la novela lo
que calificaría como gran novela americana del sosiego, donde ubico a
maravillas como Stoner, de John Williams. Obras maestras que no hacen ruido.
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