No os recomiendo que leáis este libro demasiado
solos en casa. Pero tampoco que sólo ronde alrededor vuestro un niño aburrido. ¿Por qué darán tanto miedo los niños
siniestros? Ni idea, pero esta inquietante novela acabará con nuestras
ansias de terror.
Verano de 1935. En un bucólico pueblo de Nueva Inglaterra, la
gente no para de hablar sobre la epidemia de muertes que está asolando el hogar
de los Perry. Tras el trágico fallecimiento de Vining, el padre, que se cayó
por las escaleras del almacén mientras guardaba la cosecha de manzanas, la
familia se enfrenta a una nueva pérdida: la del pequeño primo Russell, que
muere en el granero ensartado en una horca que el jardinero jura haber dejado
guardada en su sitio. Y, unas semanas después, desaparece una vecina, la
adorable anciana de la casa de al lado… ¿Se trata de simples accidentes?
Thomas Tryon era un actor en Hollywood en los
años setenta cuando abandonó la interpretación para empezar a escribir. Enseguida
publicó “El otro” y llamó la atención en los círculos literarios por el terror tan implícito que mostró en el
libro. Siniestro y llamativo. Enseguida, Robert Mulligan lo llevó a las pantallas.
No he visto aún la película así que no puedo juzgar pero sin duda el libro es
muy cinematográfico si escoges a los actores adecuado.
Este libro de terror influyó en varios autores
coetáneos a Tryon. Principalmente se habla de Stephen King, y no es raro ver la mano de estas lecturas en las
posteriores obras del autor, tanto por la zona geográfica donde transcurre la
acción, la tranquila Nueva Inglaterra, como en ese tipo de inquietud latente
durante toda la ficción.
La novela nos muestra a la familia Perry, en el
verano en el que se produce la muerte del patriarca. Esta muerte reúne a varios
familiares alrededor pero se siguen sucediendo las tragecias. Alrededor de
todas ellas están los gemelos Hollan y Niles. Unos niños con una terrorífica
telepatía, enseñada por su abuela que a la vez es la que consigue ver más
claras las acciones de ambos niños. Opuestos
pero atraídos el uno por el otro, Holland es el típico niño macabro, cruel,
mientras que Niles es complaciente y dulce. No quiero contar mucho de la trama
pero primero ahonda bastante en la relación entre ambos antes de que sucedan las
escenas más peliagudas.
Realmente es un libro que enamorará a los amantes del terror psicológico.
Mantiene la tensión en todo momento y es una espectacular ópera prima de este
género. Si os apetece manteneros despiertos un buen rato por la noche, ya
tenéis con qué hacerlo.
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