La
lectura de Kallocaína nos ha abierto
el camino a una de las editoriales más personales del panorama nacional,
Gallonero. Sello que apuesta por clásicos contemporáneos que, por una u otra
razón, han tenido menos repercursión que la merecida por estas tierras. La continua Katherine Mortenhoe ha sido,
de nuevo, una grata sorpresa, ya que pertenece al curioso género de la ciencia
ficción distópica con toques costumbristas, lo que le aporta un aire clásico
que nos encanta.
En
el futuro el ser humano ha erradicado las enfermedades. Se muere solo, por
tanto, debido a la vejez. Morir por el efecto de una enfermedad se ha
convertido en algo insólito, que despierta la curiosidad. Tanto, que hay
programas de televisión que convierten el acontecimiento en un espectáculo, en
el que el protagonista es el enfermo, como si de una estrella mediática se
tratase.
Este
es el caso de la protagonista, Katherine Mortenhoe, a la que diagnostican con
apenas 40 años una enfermedad terminal, lo que la convierte en el fenómeno que
el mundo necesita. Su vida cambia completamente, convirtiéndose en el foco de
medios de comunicación, ansiosos de filmar su vida, y todo tipo de reclamos
publicitarios llegan a ella. También aparecerán otros, aparentemente más
nobles, ofreciéndole protección del nuevo entorno hostil.
Una
lectura muy interesante, con inspiración clara en las mejores historias
distópicas escritas en el siglo XX, donde aparecen temas recurrentes como los límites de la
privacidad, las consecuencias de la inmortalidad, la ética en disciplinas
públicas como el periodismo… Una lectura muy recomendable para tiempos donde la
realidad a veces parece superar a la distopía más extrema.
Por
último está la edición. Hace unas semanas escuché decir a Guille Dávila –
consultor de restaurantes – que para tener una gran experiencia gastronómica,
partiendo de un nivel de calidad mínimo, el servicio es fundamental, y un buen
servicio puede maximizar el placer de una buena comida (y uno malo, por
supuesto, arruinarlo). Pues pienso lo mismo de una buena edición, y creo que
Gallonero en ese publica las mejores ediciones de España. Este formato,
prácticamente cuadrado, la calidad de sus pastas, el grosor de las páginas y el
tipo de letra utilizado es sencillamente perfecto. Editar con esmero es
seleccionar bien autores, publicaciones, traductores… , pero también es esto.
Encantados de leerles.
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