Al terminar el libro, no puedo dejar de pensarlo. Cómo
escribe Luis Landero. Madre de dios. Cuando parece que ya lo ha hecho todo en
la literatura llega un nuevo libro que supera lo anterior, o lo iguala, que en
el caso de Landero es lo mismo.
Con Lluvia fina Landero
vuelve a confirmarse (como si hiciera falta) como uno de los grandes de la
literatura en español. De los más grandes de todos los tiempos. Luis Landero ya
es historia de la literatura.
Lluvia
fina es la historia de una familia. De Gabriel y de su mujer, Aurora, de las
dos hermanas de Gabriel, de la madre de Gabriel. De la organización del
cumpleaños de la madre, idea de Gabriel, y de cómo el cumpleaños es el
detonante que desemboca en recuerdos, historias que parecían olvidadas,
rencores fraternales – nunca perdonados – experiencias terribles nunca
confesadas.
Es
una historia teatral, puro drama (en todos los sentidos posibles), lorquiana en
cierto modo, austera en su puesta en escena, que apoya toda su fuerza narrativa
en los diálogos. Y en los personajes, porque una de las fortalezas de Landero
como escritor es su magistral capacidad de dibujar de forma precisa personajes.
En este aspecto es monumental la presentación de Aurora, el eje sobre el que
giran el resto de protagonistas. La confesora, la única ajena a la familia, la
que escucha y casi nunca es escuchada, la que solo mira, y la que no juzga.
Y
sobre todo (aunque no solo) está su forma de escribir, el monumental talento
que tiene el autor para construir historias que hace que el lector tenga ganas
de pararse a aplaudir después de un párrafo perfecto.
El
final, como todos los finales de Landero, siempre cuidados, sin fisuras.
Demoledores, catárticos. No aptos para todos los públicos (he avisado).
Luis
Landero ha vuelto a firmar otra obra maestra, igual de recomendable que todas
las demás, que Absolución, La vida
negociable, Retrato de un hombre inmaduro, Juegos de la edad tardía, Hoy,
Júpiter. Son todas las que he leído y creo no dejarme ninguna. Bueno, El balcón en invierno, su maravillosa
autobiografía.
Solo
es cuestión de tiempo, pero el Premio Cervantes, un sillón en la Real Academia,
el princesa de Asturias… todos estos premios merecen tener como ganador a Luis
Landero si quieren mantener su prestigio.
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