No sé
si es casualidad, pero desde que Mircea Cartarescu ha entrado como un obús en
el panorama literario español, no dejo de ver escritores que siguen su estela y
parecen querernos decir que la literatura del Este de Europa no es una moda
sino un universo literario propio. Con ese propósito me he adentrado con sumo
interés a la lectura de Física de la Tristeza, del búlgaro Gueorgui
Gospodínov, que de forma impecable ha editado en España el sello Fulgencio
Pimentel.
En Física de la tristeza encontramos
historias dentro de historias, autobiográficas (suponemos) algunas de ellas,
otras inventadas (estamos convencidos). No estamos hablando de simple
literatura, ni siquiera de metaliteratura (literatura de la literatura) sino de
un estadio superior de literatura (¿supraliteratura?). Tampoco sé si Gospondínov
conoce a Cartarescu, pero me gustaría que se conocieran, que hablaran y se
descubrieran.
Ojo,
advertimos con tiempo: si se acercan a Física
de la tristeza háganlo convencidos de que las curvas son pronunciadas. Sean
prudentes y cójanla sin ningún prejuicios, convencidos de que algo grande puede
sucederles, o que por el contrario, la sobredosis de exposición derive en
experiencia fracasada. Estoy aún por valorar su impacto en mí, y en cualquier
caso, la lectura ha sido merecida.
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