Ya
tocaba conocer la obra de Maryse Condé, una de las voces literarias más
notorias de los últimos años, reconocida con el Premio Nobel Alternativo de
Literatura en 2018 (a falta del oficial, no nos importa quedarnos con este para
siempre, mucho menos institucional y probablemente más libre). Inédita en
España, el privilegiado olfato de la editorial Impedimenta nos ha traido Corazón que ríe, corazón que llora, obra
con la que hemos podido conocer a la vez a la escritora y a su obra.
De un
marcado carácter autobiográfico, la autora antillana nos descubre en forma de
breves capítulos escenas relevantes de su infancia y juventud en la colonia
francesa de Guadalupe, isla donde la autora nace y se desarrolla como persona.
Su posición privilegiada en su país de origen (su familia pertenece a una clase
acomodada) contrasta con sus primeros viajes a París, en los que siente de
forma directa las consecuencias de una sociedad racista que niega su condición
de ciuidadana francesa de pleno derecho.
Su
testimonio en primera persona muestra algo que normalmente se invisibiliza
cuando pretendemos simplificar los hechos de un país y de una comunidad. Se
trata de las diferencias de clase dentro de una misma comunidad (que a su vez
recibe la hostilidad de una comunidad externa). Maryse nos muestra cómo en su
familia (acomodada) se delimita perfectamente la diferencia con los antillanos
de clase baja, negando el uso de la lengua criolla e incluso refiriéndose a
ellos por el color de su piel (como si ellos no fueran también negros). En este
caso, las experiencias en París son especialmente traumáticas, al considerarles ciudadanos de segunda, sin derecho a formar
parte plena de su sociedad.
El
racismo, la intolerancia, la crueldad a la infancia y a la mujer, son parte de
las vivencias que Maryse Condé nos cuenta como si fueran cuentos, con una
sencillez que nos desarma. Cuánta virtud hay en estos escritores que se
despojan de ornamentos y nos descubren las cosas más complejas con las palabras
más sencillas de entender. Cuánto me recuerdan estos autores a nuestro querido
Gabriel García Márquez, maestro de lo más sencillo.
Novela
de formación que nos abre los ojos a otras realidades y nos permite entender
cuánto nos queda por aprender de sociedades complejas multiculturales en las
que hay que combatir la intolerancia de raíz, entendiendo de dónde viene y
haciendo pedagogía para no cometer los mismos errores. Francia, nuestro país
vecino, tan cercano y tan diferente al nuestro, es el laboratorio perfecto para
entender la compleja relación con sus colonias y los intentos fallidos de
integración de comunidades enteras de ciudadanos a los que se les ha negado
históricamente su condición de franceses de primera categoría. La raza, la
religión, la costumbres propias, son sólo parte del aderezo que convulsiona la
situación actual del país galo.
Libros
como este, breves, narrados de forma impecable y atractivos como relato, son
necesarios y nos hacen mejores lectores, y como no, mejores personas.
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