Aunque no me prodigo en poesía, he de reconocer que cuando lo hago – y elijo
bien, o la entiendo bien, o le dedico el tiempo que el poema merece – sucumbo
ante ella y de algún modo me transformo. Habitaciones
separadas, de Luis García Montero y Palabra sobre palabra, de Ángel
González, forman parte de mis libros de cabecera, de esos que uno sumaría con
los dedos de una mano (o de dos, que son muchos libros en la mochila como para dejarse una mano) como
libros de cabecera.
Ya era
hora de adentrarse en la poesía que se hace ahora, con gente joven marcando
tendencia y llegando a públicos a lo que antes la poesía no conseguía llegar.
Es el caso de Elvira Sastre, uno de las grandes promesas de la poesía en
España. Me he acercado a Baluarte, una
de sus primeras obras, para evaluar el impacto de su obra y si esta consigue enriquecer
mi espacio poético literario.
Quiero
advertir desde el principio y ser sincero: si mi opinión en narrativa, aunque
poco fiable (la poca fiabilidad que queráis darle vosotros, mis lectores) la
puedo basar en la experiencia y en todo lo leído, en poesía esa fiabilidad la
pierdo completamente. He leído poco y mi valoración es completamente impulsiva,
y corro el riesgo de estar perdiéndome algo valioso sin saberlo o de asumir
como bueno algo que puede no serlo. Por eso soy prudente, y solo transmito
sensaciones, intentando trasladar todo lo que he aprendido de otras disciplinas
literarias al terreno poético.
La
poesía de Elvira Sastre es atractiva, en cierto modo provocadora y estéticamente
muy potente. Puede lo explícito sobre lo subyacente y la empatía de un lector
juvenil puede llegar de una manera sencilla: se habla de dolor por amor y
desamor, con juegos de palabras que seducen y sorprenden por su aparente
facilidad de construcción (donde supongo que hay horas de esperada inspiración ).
Y si me hubiera vendido como el amor de tu vida,
si te hubiera comprado
como el amor de la mía.
¿Nos habríamos enamorado
como quien se quiere a sí mismo
queriendo a quién ama? .
A
veces, en su propuesta formal, me ha parecido ver la inspiración en los dos
autores mencionados arriba, pero no sé si estoy equivocado. Igual que a veces
veo reminiscencias de los trovadores de verso libre que se escapan de una
canción de hip hop o de un concurso de improvisación literaria. Y no sé si esto
me gusta.
Y creo que te quiero de verdad:
porque no te necesito
y aun así no quiero que te
vayas.
Y no lo
sé porque al principio me parece ocurrente aunque no me conmueve, ni me
destroza, ni me emociona tal y como entiendo el término emoción. Y eso, sin
incomodarme, no me perturba, y si no me perturba, creo que no consigue su
objetivo (o quizás el mío).
Por
eso, porque no lo tengo claro, suspendo mi acercamiento a la autora (suspenso
no como interrupción sino como fracaso), con la esperanza de que soy yo (y no
tú) el que ha fallado, y con el anhelo de volverte a encontrar con otro libro,
otro poema en el que sienta que me has roto algo por dentro que no puede volver
a arreglarse. Solo entonces entenderé que lo que acabo de leer es poesía.
Te deseo a alguien
que no te diga lo guapa que eres
sino que te lo enseñe,
para que te lo aprendas sin necesidad de repetírtelo.
Te deseo un poema sin adorno,
frases ridículas, palabras llanas y simples,
para que entiendas que en el amor poesía es lo que sale de su
boca
y no lo que lees en los libros
Pues
eso.
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