Iván Repila vuelve a la actualidad editorial con El Aliado, una novela de difícil
clasificación con las que pone encima de la mesa la lucha feminista y su
situación actual.
El narrador y protagonista de El aliado es un hombre de
entre treinta y cuarenta años que bien puede representar al español tipo.
Aunque se considera defensor de la igualdad entre hombres y mujeres, su
acercamiento a la causa feminista le hace comprobar que su vida está rodeada de
clichés y comportamientos machistas: el lenguaje, el papel al que socialmente
se relega a la mujer (vivido con normalidad en todo tipo de situaciones
cotidianas), la indignante brecha salarial. El protagonista decide dar un paso
adelante y diseña una estrategia para luchar por la causa. ¿Cómo? Pues de la
forma opuesta a lo que dicta el sentido común: se convierte en el líder de un
movimiento radical machista con el propósito de alentar al movimiento feminista
y que este se embarque en una lucha sin cuartel, violenta, sin medias tintas.
El plan llega tan lejos, es tan retorcido y lo lleva a cabo
con tal convicción y virulencia, que el lector puede tender a olvidar el
propósito noble original que mueve al aliado
a liderar sus fechorías. Este, a partir de esta decisión, se ve obligado a
vivir una doble vida, la del feminista convencido (su pareja Najwa, es además
una activista de la causa) y la del radical que lidera a un ejército
de hombres que lucha contra el supuesto intento de supremacismo de la mujer.
¿Qué es, en definitiva, El
Aliado? Toda la historia es una excusa inteligentísima utilizada por Repila
para sacarnos los colores, para mostrar nuestras contradicciones y para
hacernos ver cuánto nos queda por hacer en la lucha feminista. Más que un libro
de ficción (que no lo es), la ficción es un simple vehículo narrativo que el
autor utiliza para presentarnos un ensayo modélico y riguroso sobre qué es el
feminismo y – casi tan importante – sobre lo que no es.
Hay una reflexión que ha quedado rondando mi cabeza y que bien
pensada pone los pelos de punta. En un momento dado, el protagonista escribe
que la revolución feminista no ha triunfado de forma contundente porque – a
diferencia de otras revoluciones – no ha utilizado la violencia, y que si
hubiera hecho uso de ella, la causa habría conseguido todos sus objetivos.
Sin tener clara una respuesta a la anterior cuestión, el
libro de Repila es absolutamente necesario en un momento en el que estamos
sobrepasados con información falsa, incompleta y manipulada, donde el lenguaje
(y la historia) se manipulan y se desvirtúan. Donde a la causa feminista se
suman los que nunca han estado (o lo que es peor, los que siempre han estado
enfrente) y donde se vanaliza la opresión y violencia real a la que está sometida la mujer ayer y hoy (sin infravalorar los logros conseguidos).
Por último, y haciendo propia una de las reflexiones desarrolladas en el libro (como relato distópico, pero verosímil) cabe pensar que un movimiento que es capaz de movilizar activamente a millones de personas y pasivamente a otras tantas y tantos, podría canalizar su poder de la única forma práctica posible: las urnas. Creo que a pesar de la enorme transversalidad del movimiento (transversalidad bien entendida, no como algunos pretenden entenderla) o precisamente aprovechándose de ella, podemos creer que el feminismo debe traducirse en poder político real. Igual esa es la clave para que las cosas cambien de verdad. De una vez por todas. De una vez para todas.
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