Hace casi dos años os hablábamos de Nefando, el libro con el que se presentaba al mundo literario la
ecuatoriana Mónica Ojeda. Una experiencia de pura metaliteratura que nos dejó
entusiasmados y perplejos a partes iguales. La autora repite en Candaya con Mandíbula, un libro que, de nuevo,
estamos convencidos que va a dar – ya está dando – mucho que hablar.
Mandíbula nos cuenta la historia de Clara, una profesora que comienza a trabajar en un selecto colegio privado tras una experiencia traumática en un colegio anterior. Pronto vamos a descubrir mucho más, una relación tóxica con su madre ya fallecida, una mochila cargada de miedos que, lejos de quedarse atrás, vuelven a su vida adquiriendo nuevas formas y escenarios, nuevos terrores que en realidad son la mutación de los mismos que ya poblaban su pasado.
Y alrededor de todo – del terror, de la naturaleza del mal, de nuestros miedos más profundos – está la disección sobre la relación entre padres e hijos. O más concretamente entre madres e hijas, y las complejidades de estas relaciones cuando la infancia deja paso a la edad adulta (en el caso de las hijas) y cuando este cambio afecta a la relación con la madre, y como los sentimientos de amor, de odio, de celos y de pérdida afloran, compiten y se superponen.
Mandíbula nos cuenta la historia de Clara, una profesora que comienza a trabajar en un selecto colegio privado tras una experiencia traumática en un colegio anterior. Pronto vamos a descubrir mucho más, una relación tóxica con su madre ya fallecida, una mochila cargada de miedos que, lejos de quedarse atrás, vuelven a su vida adquiriendo nuevas formas y escenarios, nuevos terrores que en realidad son la mutación de los mismos que ya poblaban su pasado.
En paralelo, conocemos también a algunas de las alumnas del colegio,
el prestigioso Colegio Bilingüe Delta, High-School-for-Girls. En concreto el
grupo de amigas formado por Fernanda, Annelise, Ximena, Analía, Fiorella y
Natalia. Adolescentes con un universo propio que han desarrollado en torno a
una casa abandonada – su refugio particular – lleno de secretos, donde las
Creepypastas (narraciones de terror compartidas en internet que difunden
leyendas inventadas haciéndolas pasar por reales e inspiradas en referencias
culturales clásicas).
A través de breves capítulos, y diferentes puntos de vista (el de la propia Clara, y los de Fernanda y Annelise) y por medio de continuos saltos temporales (el presente, con Fernanda secuestrada y Clara como secuestradora, y el pasado, el de Clara, el de las chicas) se nos muestra un complejo mapa de los miedos patológicos en los que los seres humanos nos podemos ver atrapados y por los que podemos cometer actos inconcebibles.
A través de breves capítulos, y diferentes puntos de vista (el de la propia Clara, y los de Fernanda y Annelise) y por medio de continuos saltos temporales (el presente, con Fernanda secuestrada y Clara como secuestradora, y el pasado, el de Clara, el de las chicas) se nos muestra un complejo mapa de los miedos patológicos en los que los seres humanos nos podemos ver atrapados y por los que podemos cometer actos inconcebibles.
Mandíbula y Nefando comparten la fascinación por el misterio provocado por
aquellas historias que, con una base real, forman parte de los escenarios
tradicionales del misterio: los hechos reales que se transforman en leyenda y
que el imaginario colectivo se encarga de dar categoría de historias de culto,
como viejas historias de miedo que se cuentan en torno a una hoguera. En Nefando se trataba de un videojuego
maldito y en Mandíbula son las Creepypastas, todo un universo que la
autora utiliza mediante referencias reales (yo las he descubierto y están
disponibles en internet). He de reconocer que el universo de las Creepypastas
me ha parecido fascinante y perturbador, y algunas de las historias y
vídeos que he conocido gracias al libro
son realmente interesantes. Os invito a que googleéis y descubráis algunos de
ellos.
Mandíbula es otro ejercicio de talento por parte de Mónica Ojeda, con un control narrativo admirable y cuya atmósfera recuerda a Poe, Lovecraft o el cine de terror de los años setenta y ochenta (La semilla del diablo, El exorcista, El resplandor), no solo de manera explícita (la inspiración de estos referentes culturales está presente en Fernanda, Annelise y compañía) sino de forma implícita en la propia novela.
Mandíbula es otro ejercicio de talento por parte de Mónica Ojeda, con un control narrativo admirable y cuya atmósfera recuerda a Poe, Lovecraft o el cine de terror de los años setenta y ochenta (La semilla del diablo, El exorcista, El resplandor), no solo de manera explícita (la inspiración de estos referentes culturales está presente en Fernanda, Annelise y compañía) sino de forma implícita en la propia novela.
Y alrededor de todo – del terror, de la naturaleza del mal, de nuestros miedos más profundos – está la disección sobre la relación entre padres e hijos. O más concretamente entre madres e hijas, y las complejidades de estas relaciones cuando la infancia deja paso a la edad adulta (en el caso de las hijas) y cuando este cambio afecta a la relación con la madre, y como los sentimientos de amor, de odio, de celos y de pérdida afloran, compiten y se superponen.
Sin duda, una de los libros más interesantes del año, que nos confirma
a Mónica Ojeda como uno de los futuros literarios más prometedores de nuestras
letras. Que, como todas las confirmaciones de talento futuro, no son más que
realidades de nuestro presente. Leed Mandíbula.
Comentarios
Publicar un comentario