He de
reconocer mi debilidad por los libros que abordan de forma diferente el periodo
histórico correspondiente a la transición española. Acontecimiento sin un claro
inicio y fin, idealizado durante décadas y que con el paso del tiempo nos ha
permitido ver las grietas y las fugas que siempre estuvieron tapadas. Mal
tapadas.
Nos hemos
acercado de formas muy diferentes a la Transición: de forma novelada y rigurosa
(Anatomía de un instante), de forma
descaradamente insolente (Atado y bien atado) o de forma descaradamente desinhibida y personal (Daniela Astor y la caja negra).
En una mezcla
de las tres, aunque con más cercanía a la novela de Marta Sanz, aparece de
repente (no pensábamos que la lectura nos llevaría por esos derroteros) este
novelón de Clara Usón, El asesino tímido,
una (otra) crónica más de lo que siempre se nos ha contado con la boca pequeña,
en el terreno de lo no confirmado.
Con mayor o
menor descaro, y como hilo conductor de todo lo narrado, la autora utiliza la
figura de Sandra Mozarovsky, actriz icónica de la transición y una de las musas
del destape. Creo que ya no es un secreto que Sandra fue una de las amantes de
nuestro rey emérito y que su suicidio siempre ha sido cuestionado como versión
real de su prematura muerte, con solo dieciocho años). Los rumores acerca de
las causas reales de su muerte (se habla de los servicios secretos, de un
supuesto embarazo y de una manera de “proteger” a nuestro país..) siempre
sobrevolarán las crónicas no oficiales de la época, fáciles de encontrar a poco
que se indague.
Pero no
olvidemos, estamos hablando de ficción. Así lo deja claro la edición del libro
al inicio. No vayamos a meternos en un lío.
Utilizar un
vehículo narrativo tan potente como este puede confundir y hacernos pensar que
estamos ante un libro sobre una vida y un hecho muy concreto. Nada más lejos de
la realidad. La historia de Sandra es una excusa (bendita excusa de la autora)
para contarnos sobre su vida, porque Sandra y Clara Usón son coetáneas, y eso
ayuda a establecer similitudes, paralelismos, aunque también diferencias.
El asesino tímido es la
autoconfesión que la autora se (nos) hace sobre su relación con su madre.
Cuántos ríos de tinta se han vertido sobre esta grandiosa (vital y
literariamente hablando) relación. La rivalidad, el odio, el rencor, las
ocasiones perdidas, la construcción del mito, la reconstrucción que la memoria
(o la pérdida progresiva de esta) llegamos a hacer de nuestras propias vidas.
Y en medio de
todo –también relacionado, aunque de forma más tangencial – la vida y
reflexiones del filósofo Ludwig Wittgenstein (sobre todo), y de Marcel Camus y
Cesare Pavese (estos últimos en menor medida). En torno al planteamiento
multinarrativo emerge la citada autoconfesión. Clara Usón necesita contarse su
propia historia, para purificarse y para (probablemente) pedirse perdón. Porque
a veces es demasiado tarde y los interlocutores que necesitamos ya nos han
abandonado.
Qué gran
libro, que pedazo de autora. Qué ganas de mirar hacia atrás y descubrir su obra
para confirmar (o no) que estamos ante uno de esos faros a los que seguir y en
los que fijarse.
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