La casualidad ha hecho que la
lectura de este libro haya coincidido con un proyecto personal de largo plazo
en el que voy a intentar construir un árbol genealógico familiar. De esto – con
algunos matices – nos habla Cristina Fallarás en su historia Honrarás a tu padre y a tu madre, en lo
que ha sido una de las historias más reveladoras que he leído en los últimos
meses.
Cristina, autora y protagonista,
indaga en el pasado de su familia – de sus muertos, como ella misma escribe –
porque a través de ellos pretende lograr conocerse mejor. Buscando se
encontrará a sí misma, en su infancia, en el lugar en el que creció y en el que
se hizo quien es ahora. E indagando llegará a dos historias paralelas, opuestas
y en ocasiones coincidentes.
Por un lado su abuelo materno,
militar directamente involucrado en el golpe de estado, y protagonista de un
fusilamiento que marcará su destino y su presente. Por otro lado, su abuelo
paterno, fusilado por accidente (confundido con un familiar). El nexo de unión
de ambas historias es el propio fusilamiento: se trata del mismo, asesino y
asesinado coinciden en ese momento de sus vidas.
Cristina Fallarás está
contándonos a sus antepasados, en lo que entendemos un ejercicio de memoria
histórica y de autoexposición de sus propias contradicciones. El ejercicio es
loable aunque no novedoso. Tampoco lo es el hecho de incorporar elementos de
ficción en la historia real. Aunque estoy convencido de la veracidad de las dos
historias, también lo estoy en la licencia de la escritora para añadir
elementos de ficción y rellenar huecos donde ni la memoria ni la información a
la que haya podido acceder haya podido llegar. Aunque, necesitaría hablar con
la autora para profundizar en esta reflexión.
¿Qué creo que hace diferente este
libro sobre y en torno a la guerra civil con respecto a otros similares? En mi
opinión, el hecho diferencial es la implicación de la autora, su absoluta
exposición y cómo logra hilvanar pasado (el de sus familiares) y presente (el
suyo) en una historia que ejemplifica otras muchas situaciones vividas en
aquellos años infames, donde vencedores y vencidos habitaron los mismos
pueblos, las mismas calles, las mismas casas, las mismas camas.
Por último, y como elemento
disruptivo y conmovedor, quiero destacar el momento en el que creo que la
novela rompe: ese en el cual la autora, indagadora de las causas de la muerte
de su abuelo paterno, pasa de ver como algo lejana esa muerte a sentirla como
propia. La autora repite de forma casi obsesiva que su abuelo fue asesinado y
estalla, se viene abajo. Y eso desencadena el gran punto de inflexión de la novela.
Solo por eso merece la pena.
Toda una sorpresa de una autora
que no conocía (al menos en su faceta literaria) y que se ha ganado un hueco en
el espacio literario que tenemos en casa para nuestra responsabilidad de no
olvidar nuestra historia para entender nuestro presente.
Este me lo apunto.
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