Este pequeño libro contiene mucha realidad y
mucho sufrimiento dentro de su reducido formato. La joven autora nos trae un
país, unas circunstancias a las que no estamos acostumbrados, al menos yo. El
retrato de Sudáfrica desde el punto de vista de una de sus etnias, de una de
las habitantes con la normalidad de una profesión estable y un país que sigue
sufriendo la mayor lacra de todas, la intolerancia.
Desde que era niña, Masechaba sueña con hacerse médico y
salvar vidas. En una joven Sudáfrica que no ha cerrado en absoluto las heridas
de su pasado, la medicina le parece una vía ideal para contribuir a apaciguar
el sufrimiento de una sociedad todavía xenófoba, machista y supersticiosa. Pero
a la vez que trata de aliviar el dolor ajeno —trabajando en un hospital con
pocos recursos y enfrentándose a diario con las penurias del sistema público de
salud, que muchas veces pondrá a prueba su vocación— Masechaba tiene que lidiar
con sus propios demonios:
No vais a sacar de mí un “Es una nueva Chimamanda
Ngozi Adichie”. Me parece hasta una falta de respeto comparar a estas dos
autoras o a cualquier autora africana y mujer. No tienen nada en común. Bueno,
eso, africanas y mujeres, algo tan amplio que no merece la pena ni nombrarlo.
Es una novela corta que te deja con una
sensación agridulce. Por un lado haber encontrado a una autora sensible, que
sabe jugar con el idioma de los personajes, que te zambulle en una realidad
distinta y que maneja muy bien las sensaciones que quiere transmitir. Además,
un final precioso y esperanzador entre tanta angustia. Y por otro lado la
verdad que nos transmite, la verdad que a veces queremos olvidar. Racismo,
intolerancia, violencia hacia las mujeres…y de una forma muy real, gritado a
viva voz por su protagonista.
Ante esto me quedo con haberla descubierto a
ella. Kopano Matlwa (Pretoria, 1985) forma parte de la nueva generación de
jóvenes escritores sudafricanos. Licenciada en medicina, ha sido la ganadora
del Premio Literario de la Unión Europea en 2017, y tiene en su haber dos
novelas anteriores a Florescencia: Coconut y Spilt Milk (esta última se hizo con el premio Wole Soyinka de
literatura en 2010). Después de completar un máster en Ciencia de la Medicina
Global en la Universidad de Oxford, se ha vuelto a instalar en Sudáfrica,
aunque sigue viajando a Inglaterra para dar conferencias en un curso de
doctorado sobre Salud General.
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