Era de obligada lectura la lectura de ¡García!, un clásico
moderno del cómic nacional del que no tenía opinión y del que, a pesar de su
notoriedad, poco había leído sobre él.
García es un cómic atípico, de corte clásico, austero y con
aires de género negro que a priori despierta interés en un lector como el que
escribe, fanático del cine y la literatura a los que remite la historia.
Estamos en la España actual (o casi) con un partido
populista nacido a la izquierda de la izquierda (¿Podemos?), con un gobierno
conservador sometido a una presión política y social sin precedentes. De
repente, aparece la esperanza, un espía que renace literalmente de las cenizas
franquistas y viene a salvarnos a todos y a recuperar los valores perdidos. Es,
como ya imagináis, García.
¡García! es un cómic político y policial, protagonizado por
un héroe facha, tradicional pero no esperpéntico. Me gusta el estilo, de cómic
clásico, de tebeo tal y como lo entendemos en España, pero sin renunciar a la
profundidad de la mejor novela gráfica.
El contraste temporal de alguien que viaja al presente desde
el pasado y encaja perfectamente en nuestra realidad tiene una lectura
eminentemente sarcástica. ¿Hemos cambiado mucho menos de lo que creemos? Me
gusta esa carga crítica de nuestra realidad, y la visión que el cómic aporta de
la política y de la esperanza perdida en esta. Es cierto que no sintonizo todo
lo que debería con el aire macarra legitimador del posicionamiento ideológico
que, irónico o no, abandera García y la historia con él. Me desconcierta y hace
que me pierda lo importante, que no es otra cosa que una historia de pura y
dura diversión.
El error, creo , puede residir en el lector (en este caso
yo) que pretendo ver algo en ¡García! que no es. En cualquier caso, creo que
hay que acercarse a este cómic sin prejuicios y con ganas de entender qué está
pasando en la escena creativa del mundo de la novela gráfica y sus múltiples
denominaciones.
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