He de reconocer que de todos los universos y personajes del universo Marvel, me fascinan especialmente los X-Men. Seres con poderes extraordinarios rechazados por la sociedad y en lucha continua por ser tratados como iguales por el resto de seres humanos. Aunque los superhéroes humanos han protagonizado muchas de las grandes líneas argumentales de la Casa de las Ideas en la que se pone encima de la mesa el debate trascendental sobre los superhéroes y su posición en la sociedad (os remito a nuestra reseña de La visión o a la mítica saga Civil War), los mutantes siempre han sido los grandes apartados de la sociedad, y sobre los que esta ha cargado la responsabilidad de las grandes catástrofes en las que de forma más o menos directa se han visto involucrados.
Ya sé, ya sé, hablo demasiado en serio y se trata solo de un comic. ¡¡¡Pero qué comic!!!
Se trata de Astonishing X-Men, la saga de tres volúmenes creada por el mítico Joss Whedon, un auténtico clásico del género, y que para muchos marcó un antes y un después en el mundo del cómic.
En Astonishing… los mutantes, encabezados por Emma Frost y Cíclope, se encuentran con la aparición de una cura para los mutantes, es decir, el antídoto a sus poderes, lo que les convertiría en seres humanos. Curarles el gen-X, el gran tótem, por el que algunos matarían (mutantes que consideran su poder una condena) pero que otros ven que supone una mutilación a su condición de seres vivos, su eliminación, o como se plantea uno de los personajes, “¿Cuál será lo siguiente a erradicar, la homosexualidad?”, a lo que ella contesta “Esos no hacen daño a nadie”, replicando el primero “eso es que no sigues a los mismos telepredicadores que yo”. Como veis, el tono y la crítica subyacen de los universos marvelianos, y van mucho más allá de simples historias de héroes con mallas.
Se trata de una de las primeras veces en las que los comics destinados inicialmente a un público juvenil se “adultizan” y trasladan en forma de metáforas (el mutante es el diferente, el marginado, y a la vez el ser superior) aspectos fundamentales del ser humano como el miedo a lo desconocido, las múltiples caras del bien (y del mal) o los a veces complicados límites de la libertad.
Desde aquí defendemos al comic no como una puerta de entrada al mundo de la lectura – que también lo puede ser – sino como una forma más de acercarse a ella, como complemento perfecto a las lecturas convencionales. Juveniles o no, leer comics oxigena nuestras mentes y nos permite entrar en contacto con un universo creativo potentísimo, y estas propuestas nos entusiasman y nos devuelven al fanático de los comics que llevamos dentro. Estamos deseando seguir con la saga (hay dos títulos más que conforman la serie Astonishing) y con recuperar de vez en cuando algunas de las obras maestras de Marvel, que siempre tienen espacio en nuestro blog. Dinastía de M, por cierto, ya está esperando a ser releído. ¡Buen fin de semana!
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