Hoy os traemos la tercera parte de una trilogía que según muchos críticos
ya ha hecho historia. Sólo había podido leer la primera parte A contraluz, pero
tenía muchas ganas de repetir la experiencia. Un libro muy curioso, ingenioso,
bien escrito y atrayente.
En su avión, una mujer
escucha a su vecino de vuelo contarle la historia de su vida: su trabajo, su
matrimonio y la horrible noche que acaba de pasar enterrando al perro de la
familia. Esta mujer es Faye, una escritora que viaja a Europa para promocionar
el libro que acaba de publicar. Ya en su destino, sus conversaciones con la
gente que se encuentra le revelan al lector las más profundas inquietudes humanas
sobre la familia, el amor, la política, el arte, o la justicia y la injusticia.
La tensión entre los que sus interlocutores son y lo que dicen ser se
acrecienta a medida que la narración avanza.
La autora se pone de nuevo en la piel de
su avatar, Faye, con la que tiene en común ser escritora, estar divorciada y
tener dos hijos. Vamos, casi nada. Faye en esta ocasión viaja a una convención
de escritores a un país mediterráneo. Comienza desde el avión a formarse la
misma literatura de las otras partes de la trilogía. Faye no cuenta nada,
asiste impávida a la vida de los demás, a las historias de los demás. Pero a
través de ellos la seguimos conociendo a ella y a sus inquietudes. El primero
es su compañero en el avión pero seguimos con cada uno de sus compañeros en la
convención, abriéndose en canal con ella y ella correspondiendo de manera
indirecta solo insinuando partes de su vida.
Las mayores reflexiones en esta tercera parte provienen del mundillo
literario, ya que es con los que se codea. Puede resultar una autora fría, ya
que pasa de un personaje a otro sin llegar a una solución, a una conclusión, a
un final feliz. Sin duda es un libro triste pero lleno de ideas. Invita a la reflexión,
pero también entretiene. Es una suerte de ensayista a través del relato. Nunca
he leído algo así.
Llena de monólogos contundentes de los temas más variados, como la
educación de los hijos, la relación con el dinero, el éxito...todos esos
monólogos cargados de cordura e inteligente. Páginas que no te dejan
indiferente y que consiguen lo que consiguen los buenos libros, hacerte pensar,
filosofar, crear una inquietud nueva.
No suelo ser amante de los experimentos narrativos pero esta trilogía me ha
cautivado. Me ha gustado aún más que A contraluz. Creo que el experimento está
mejor logrado porque consigue abstraerse aún más de la protagonista y presentar
sus propios problemas a través de los demás. Es increíble cómo consigue hacer
atractiva esta forma de narración y cómo consigue expresar a través de los
demás su propia inquietud vital. Lo recomiendo vivamente para aquellos que
quieran disfrutar de una nueva experiencia en la lectura y además les guste
saborear y masticar las historias.
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