El
año pasado la revista Jotdown publicaba una entrevista al músico Fermín
Muguruza, un histórico del rock reivindicativo en euskera y una de las leyendas
vivas de la música en España. El entrevistador era Eduardo Madina, ex político
del PSOE, ahora en otras lides bien diferentes. Esta entrevista podría ser una
más, pero podéis suponer que no lo es. Eduardo Madina sufrió un atentado de ETA
en el año 2002 (con tan solo 26 años) que le amputó una pierna e hizo que su
vida tuviese un antes y un después a partir de esa fecha. Por otro lado, de
Fermín Muguruza es indudable su compromiso con la ideología abertzale dentro y
fuera de los escenarios. Si tuviéramos que resumir en cuatro trazos su
trayectoria elegiría los siguientes acontecimientos ilustrativos de su vida y
obra (bien podrían ser otros): Uno) Líder Kortatu, mítico grupo autor de himnos
utilizados frecuentemente como símbolos de la lucha independentista, Dos)
Primer concierto del grupo Negu Gorriak (posterior a Kortatu y liderado también
por él) a las puertas de la cárcel de Herrera de la Mancha, con 10.000
seguidores reivindicando el acercamiento de presos al País Vasco, 3) Su
compromiso con el movimiento antiglobalización, orientando su carrera al
compromiso social y político, y diversificando su faceta artística hacia la
dirección de documentales, 4) Su posición posterior contra la violencia y en
defensa del abandono de la lucha armada (su testimonio queda de manifiesto en
el documental La pelota vasca, de
Julio Médem).
El
hecho de que esta entrevista pudiera tener lugar ya es un acontecimiento que hubiera
sido impensable años atrás, y que demuestra la normalización del conflicto y la
generosidad de algunos de los protagonistas para que así sea. La entrevista es
impagable y os aconsejo leerla sin prejuicios.
Pues
bien, el dibujante Alfonso Zapico, testigo de excepción de aquel encuentro, lo ha
plasmado en forma de novela gráfica, y nos regala esta maravilla llamada Los puentes de Moscú. El título
representa una preciosa metáfora del encuentro. Los puentes son construcciones
arquitectónicas que sirven para comunicar dos orillas, dos márgenes, Además,
son los primeros susceptibles de ser destruidos en caso de conflicto. Moscú en
este caso no es la capital de Rusia, sino el nombre coloquial (Mosku) de la
plaza de Irún donde tiene lugar el encuentro.
Un
libro especial y muy recomendable que nos acerca al terrorismo vivido en España
desde uno de sus múltiples posibles flancos, y donde podemos sacar matices y
colores a la rigurosa y plana historia oficial.
Por
último, me gustaría confesar mi culpa por no haber leído hasta ahora nada de
Alfonso Zapico. Uno de los mejores autores gráficos de la actualidad cuya obra
ha sido reconocida dentro y fuera de España. Los puentes de Moscú ha servido para darme cuenta de mi enorme
error, que voy a subsanar de inmediato: La balada del Norte y Dublinés (Premio
Nacional del Cómic) ya están de camino.
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