Este libro viene precedido por su fama en Italia y
posteriormente en toda Europa. Es una de esos fenómenos literarios de un autor
casi novel que entusiasman a editores y a crítica. Un canto a la naturaleza más
salvaje y la llamada que provoca ésta en mucha gente.
Pietro es un
chico de ciudad, solitario y un poco hosco, que veranea en los Alpes italianos.
Bruno es hijo de un albañil de la zona, alguien que solo conoce los montes y
que pastorea las vacas de su tío. Tienen apenas once años y un mundo entero les
separa. Pero, verano tras verano, forjan una profunda amistad mientras Bruno inicia
a Pietro en los secretos de la montaña. Juntos exploran y descubren casas
abandonadas, glaciares y escarpados senderos hasta que, con los años, sus
caminos toman rumbos distintos.
Esa misma naturaleza salvaje es la
pasión que mueve al padre de Pietro, un hombre envuelto en la melancolía de una
Milán gris que solo puede abandonar durante los veranos. La montaña se
convierte entonces en el mejor lenguaje para comunicarse con su hijo, un legado
que solo el tiempo conseguirá poner en valor.
Es un
libro del tipo Delibes. Me explico, una historia habitual, tan habitual que nos
recuerda a la de muchos de nosotros o de nuestros amigos. Un niño de ciudad que
va a pasar los veranos a un pueblo y en él conoce a Bruno, un niño del pueblo
que se quedará toda la vida en él y del que se va separando poco a poco a
medida que el tiempo pasa…Y la escritura, parca pero descriptiva y envolvente.
Justo lo que te hace sentir “Las ratas” o “La sombra del ciprés es alargada”.
Seguramente es exagerado compararlo con él pero realmente es un libro muy bien
escrito que te traslada a la historia de una manera muy directa.
El nexo
que une a ambos niños y a sus historias futuras es el padre de Pietro. Y la
montaña. Ambos muy similares, poco accesibles y duros, pero a los que hay que
llegar y conocerlos para sentirlos de verdad. La novela describe una relación
muy frecuente entre padres e hijos, especialmente el género masculino, la
incapacidad para la comunicación. Uno de los grandes males de la humanidad. No
estoy exagerando, quizá bromeando un poco, pero de verdad lo pienso. El padre
sólo se comunica a través de lo que le gusta, la vida montañesa. Y sin embargo
Pietro tiene mal de altura con lo cual la incomprensión se hace evidente. Pero
Bruno es otra historia. Bruno sí siente lo mismo y encuentra en el padre aquel
referente que no tiene.
En la
segunda mitad del libro pasamos a la edad adulta. Los amigos se reencuentran y
la novela se convierte en un homenaje a la amistad más pura, a la libertad de
la montaña y al retorno al lugar amado. El autor manifiesta claramente que está
basada en su propia historia, al menos en el amor a la montaña y en la crisis
existencial que te lleva a volver a la naturaleza en el momento más inesperado.
He
disfrutado mucho de este libro, con el que comparto esa atracción hacia la
naturaleza y esa necesidad de escapar de la ciudad. Además el retrato de la
amistad masculina es precioso y muy emocionante. En este caso la publicidad del
libro ha dado en el clavo. Realmente un buen libro entre las novedades de este
año. Para los amantes de las historias sencillas.
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