Las
novelas gráficas son un medio de expresión que nos permite acceder a historias
de una manera diferente, con, permitidme, una sensibilidad especial, lejos de
la aparente frialdad de los libros convencionales. No creo exactamente en estas
palabras (¡cuántas maravillas encierran los libros!), pero sí reconozco que
para el lector adulto clásico abrir, tras superar una barrera psicológica
inevitable, puede caer rendido ante la riqueza de recursos narrativos de los
que dispone una novela gráfica.
Hoy os
traigo una doble sorpresa, ¿Y ahora qué?,
una novela gráfica que además de encantarme, me ha hecho descubrir a una nueva
editorial con propuestas realmente interesantes.
En una
línea ya explorada por otros autores (Paco Roca, Kim) los autores de ¿Y ahora qué? nos cuentan la historia de un anciano, que en
el momento más inesperado (para su entorno, no para él) decide comenzar a salir
a correr y convertir el hábito en afición. Su pasión por el deporte crece y su
participación en las carreras populares de su ciudad se convierte en su
apasionante rutina.
La
historia, tierna, emotiva, emocionante, afronta en realidad un tema muy serio,
el de una sociedad que relega a los mayores a un segundo plano, injustamente
irrelevante. Y que tire la primera piedra el que no haya cometido una
injusticia en este sentido.
El
protagonista de la historia recibe la casi absoluta oposición de su familia. Él
es un anciano, y como tal debe asumir su condición y dejarse de aventuras, que
solo pueden acabar en una caída y en un hospital. Y aquí surgen varias
preguntas y reflexiones.
Porque
aunque se nos olvide, ser mayor no es una condición militante, sino
transitoria. TODOS lo seremos, igual que todos habremos sido jóvenes alguna vez
en nuestro paso por la vida. Creo convencido de que la necesaria revolución
feminista debe ser el camino a emprender para otra revolución, la del respeto
absoluto por los mayores. Sus opiniones valen, su capacidad de decisión debe
ser respetada, su lugar en la sociedad debe ser privilegiado. Sin excepciones
ni matices.
A
nuestros mayores hay que escucharles, valorar sus preferencias, dejarles
manejar el timón de sus vidas (y ayudarles a hacerlo). Respetarles como
queremos que nos respeten a nosotros. Hagamos de estas consignas una lucha
activa. Y no toleremos la indiferencia y el menosprecio por aquellos que
construyeron la vida que ahora es nuestra.
Bienvenidos
a nuestro universo literario, amigos de Nou Editorial. Hemos empezado con muy
buen pie.
Comentarios
Publicar un comentario