Tenía pendiente, y muchísimas ganas de leer un libro de Mircea
Cartarescu, uno de esos autores que suenan permanentemente para el Nobel en los
últimos años, un rumor acrecentado especialmente en el último año por la gran
repercusión que ha tenido su última obra, Solenoide,
con una extraordinaria repercusión en España, calificado por muchos como
uno de los libros del año. Había muchas opciones para iniciarme, pero antes de
embarcarme en Solenoide y en sus 800 páginas, he creído prudente empezar por
algo más asequible, al menos en tamaño. El libro elegido ha sido El ruletista, que de hecho fue la carta
de presentación de Cartarescu en España, de manos de la editorial Impedimenta.
Se trata en realidad de un relato de poco más de 60 páginas,
que se publicó de forma individual aunque más adelante formó parte de Nostalgia junto con otros relatos del
autor. El ruletista cuenta la
historia de un hombre cuya vida gira en torno a la ruleta rusa (es decir,
dispararse con un revolver cargado con una bala y cinco huecos vacíos). El
narrador, testigo directo de las causas y azares del protagonista, nos
transmite a través de un relato cautivador e inquietante la historia de un
buscavidas cuyo modo de vida se convierte en una tortura donde la fortuna y la
fatalidad se dan la mano y se entrecruzan.
¿Qué más puedo contar para no destrozaros la experiencia?
Que es el relato más cautivador y fascinante que he leído en los últimos años,
y que en su forma de narrar y envolver al lector veo la inspiración de autores
como Dostoyevski, Kafka o Borges. El
narrador (también escritor, como el autor de la novela, un clásico juego de
espejos literario), a modo de acta testimonial, aporta un tono de verosimilitud
con el que la propia historia juega, técnica narrativa que seduce al lector y
lo lleva hacia el terreno difuso entre la realidad y la ficción.
Leer El ruletista ha abierto un camino de descubrimiento
literario de la obra de Cartarescu que me va a llevar a devorar el resto de
obra publicada del autor en España. Como muestra, os dejo un fragmento donde el
narrador-autor se dirige directamente a nosotros bajo un aura de seducción
consentida propia de los grandes maestros de las letras. Bien venido a nuestro
club, señor Cartarescu:
“Así pues, querido
nadie, el Ruletista existió. También la ruleta existió. No has oído hablar de
ella pero, dime, ¿qué has oído sobre Agartha? Yo viví la época inverosímil de
la ruleta, vi cómo se derrumbaban y cómo se amasaban fortunas a la luz feroz de
la pólvora. También yo aullé en aquellos sótanos pequeños y lloré de alegría
cuando sacaban a un hombre con los sesos reventados. Conocí a grandes magnates
de la ruleta, a industriales, a terratenientes, a banqueros que apostaban sumas
muchas veces exorbitantes. Durante más de diez años, la ruleta fue el pan y el
circo de nuestro sereno infierno. ¿Que no se ha oído ningún rumor sobre ella en
los últimos cuarenta años? Piensa un poco, ¿cuántos miles de años han
transcurrido desde los misterios griegos? ¿Conoce alguien acaso qué sucedía en
realidad en aquellas cavernas? Cuando se trata de sangre, impera el silencio.
Todos han callado, tal vez cada uno de los testigos haya dejado a su muerte
unos folios tan inútiles como estos, a los que seguirá, con un dedo
esquelético, solo la muerte. La muerte individual de cada uno, el gemelo negro
que nació junto con él. El hombre sobre el que escribo aquí tenía un nombre
cualquiera que todo el mundo olvidó porque, al poco tiempo, ya era conocido
como «el Ruletista». Al decir «el Ruletista» se referían solo a él, aunque
ruletistas hubiera bastantes..”
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