En casa de mis padres, mi casa, yo siempre tuve que dormir en el cuarto de estar. Esa sala tan ochentera que casi todos los padres tienen pero que los hijos no nos podemos permitir el lujo de un rincón así en nuestros pequeños pisos de precios absurdos. Por eso yo siempre compartí mi sueño con un sofá, una tele y la biblioteca familiar. Esto ayudó a que a partir de cierta edad yo echase un vistazo y encontrase “El topo” entre los libros de mi padre. Creo que ahí comenzó mi amor por los espías. Me habría encantado ser espía. Menos mal que soy bastante pragmática y me conformo con fantasear. Años después de disfrutar absolutamente todos los libros de Le Carré sobre Smiley y su grupo, vuelve a sus casi noventa años a ofrecernos este regalo. Admirable.
Peter Guillam, leal colega y discípulo de George Smiley en los servicios secretos británicos –conocidos como El Circo–, disfruta de su jubilación en la finca familiar de la costa meridional de Bretaña, cuando una carta de su antigua organización lo insta a regresar a Londres.
¿El motivo? Su pasado en la Guerra Fría lo reclama. Unas operaciones de inteligencia que habían sido el orgullo del Londres secreto y habían implicado a personajes como Alec Leamas, Jim Prideaux, George Smiley o el propio Peter Guillam están a punto de ser investigadas con criterios perturbadores, por una generación sin memoria de la Guerra Fría ni paciencia para atender a sus justificaciones.
Tras esos años en los que devoré a Le Carré, volví intentar en un par de ocasiones acercarme a alguna de sus obras, pero ya nunca fue lo mismo. El mundo había cambiado, él se quejaba de temas más cercanos que le quitaban ese aura de misterio que el mundo de “El topo” sigue teniendo. La intriga no era la misma, así que dejé de seguir sus pasos. Pero entonces aparece este libro y necesitaba darle una oportunidad.
Desde que cogí el libro no lo solté en los siguientes días. Debo decir que la edición ayuda bastante, pero además fue como volver con un antiguo amigo. Es cierto que me da la impresión de que las tramas se simplifican. Si algo era característico de “Los amigos de Smiley” o de “El espía que surgió del frío” es que estabas perdido entre los entresijos del MI6 durante la mayor parte de la trama. Había que hacer un verdadero esfuerzo por leer entre líneas y lograr descifrar a esos astutos espías. La película de “El topo” de Gary Oldman consiguió recrear esa atmósfera perfectamente. Y de hecho creo que mucha gente salió de esa película del mismo modo que entró, sin enterarse de nada. A mí me entusiasmó.
Y esta obra pierde un poco de ese halo de misterio. Parece que Peter Guillan nos considera a los lectores de hoy en día un poco menos avispados, explica mucho más las cosas. De todos modos nos vuelve a enseñar el pasado, ya que viajamos con él a través de sus recuerdos y se vuelve a tocar la trama del topo enmascarado dentro de la organización.
Como curiosidad, Peter Guillam ya había protagonizado alguno de los libros de Le Carré de su anterior etapa y en la película que he mencionado es el personaje de Benedict Cumberbatch, el genial Sherlock de la serie de la BBC.
Me ha encantado volver al universo de Smiley por un rato, me ha traído muy buenos recuerdos. Y aunque creo que me ha subestimado como lectora de novelas de espías complicadas, puede acercar a lectores que aún no han podido disfrutar de sus primeras obras. He intentado no contar nada de la trama porque hay que disfrutarla a la vez que Peter la recuerda, poco a poco, volviendo a una época dura y realista pero llena de intrigas. Una aventura apasionante que no puedes dejar de leer.
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