Es un
placer para mi traer al blog uno de los libros que más me ha impactado en los
últimos meses. Si no fuera porque se trata de un rescate literario (el libro
fue publicado hace veinte años por Espasa y ahora ha sido rescatado por
Anagrama) me atrevería a afirmar de que se trata de uno de los libros
imprescindibles del año. Al ser eso, un rescate, simplemente lo califico como
el gran rescate literario de los últimos años, que supone una ocasión imprescindible
que hay que aprovechar.
Polémico
en su día, Sabino Méndez - guitarrista y
alma creativa de Loquillo y los Trogloditas – rememoraba en forma de
autobiografía los años dorados de la movida madrileña, aquellos en los que
culturalmente el país parecía sumergido en un océano rebosante de talento
creativo. Musicalmente aún hemos quedado marcados por aquellos años, y me temo
que los afectados nunca lo vamos a superar.
Como
contexto necesario, Sabino cuenta el devenir de Loquillo y los Trogloditas, una
de las bandas míticas de ese Madrid (emigraron pronto desde Barcelona)
caóticamente brillante y arrebatador. Y es ahí donde el autor, sin
contemplaciones, deja a Loquillo, cantante y líder del grupo, en un lugar
comprometido. Ni líder, ni pizca de talento, ni una personalidad que merezca la
pena, ni tan siquiera una ideología que mostrar sin provocar vergüenza ajena.
Loquillo sale mal parado, y he de reconocer que esa parte del libro es
atractiva por su desnudez y exhibicionismo. El telón se abre y las bambalinas
que nunca deberían ser vistas quedan al descubierto.
Con el
paso de los años el loco y Sabino volvieron a ser amigos (incluso colaboraron
en algún proyecto reciente), pero en su día el cantante y el letrista rompieron
relaciones y tuvieron más que palabras. Los enfrentamientos creativos son
atractivos, y en ocasiones dejan joyas para el público que nunca hubieran
existido si estos no se hubieran producido. En este caso, nos han dejado este
libro alucinante.
Y dejo
para el final lo que creo que es más importante. Porque lo que hizo de este
libro un acontecimiento no es lo anecdótico de la historia de Loquillo y los
Trogloditas, sino el impresionante y desgarrador relato que Sabino Méndez hace
de una época que tuvo tantas luces como sombras. El relato que Sabino hace de
todos los jóvenes que aquellos años quisieron contar su juventud con música es
uno de las narraciones generacionales más prodigiosas que he leído jamás. Corre rocker se convierte en el
documento literario imprescindible si se quiere conocer qué pasó por aquellos
ochenta para los que no lo vivimos de forma directa. Y esto no sería posible si
Sabino no se hubiera destapado como lo que años después ha confirmado: Es un
escritor como la copa de un pino. Para contar lo que uno ha vivido no solo hay
que haberlo vivido sino saber contarlo como lo hace él.
Quiero
terminar recomendando un capítulo, Las
llaves de la ciudad. Creo que, sinceramente, allí está todo. Este capítulo
es la obra maestra que tantos buscan y casi nadie encuentra cuando se enfrenta
a un papel vacío. Supone además una manera ejemplar de contar la experiencia
con la droga en la que muchos sucumbieron y que, sin necesidad de posicionarse
de forma tendenciosa, el autor consigue que nos traslademos a esa época y ese
lugar donde habitaron tantos sueños.
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