Saltan todas las alarmas. El
creador de Mad Men, el autor que lo
cambió todo, el responsable de que la gran novela americana no sea una novela
sino una serie, ha escrito – ahora sí – una novela. Absolutamente Heather. Con grandes dosis de esperanza y de
expectación me dejé atrapar por el libro, consumido (devorado) en unas pocas
horas. Os traigo el resultado en forma de reseña.
"Mark y Karen Breakstone se casaron algo mayores. Karen tenía
casi cuarenta años y había renunciado a encontrar a alguien tan bueno como su
padre y había empezado a arrepentirse de los siete años de relación que había
mantenido después de la universidad con su antiguo profesor de arte. De hecho,
cuando le organizaron una cita con Mark, estuvo a punto de cancelar el
encuentro porque la única virtud destacable de aquel hombre era su potencial
para hacerse rico."
Absolutamente Heather nos cuenta la historia de un
matrimonio crepuscular, de esos que encuentran la felicidad algo más tarde de
lo habitual (vaya frase). Como producto de ese amor tranquilo, sosegado, nace
Heather, la hija perfecta. Y la hija se
nos hace mayor y escapa (como no puede ser de otro modo) del control de
seguridad de sus padres y conoce al que, aparentemente , puede no ser la
persona adecuada. Su nombre, Bobby, del que conocemos su vida desde que nació
en una narración paralela a la principal para que posteriormente las dos
historias (la de Heather y la suya) confluyan en una sola.
Absolutamente Heather es una buena novela. Se trata de
una historia que en su simpleza aparente me recuerda fugazmente a la literatura
de Richard Yates o Raymond Carver (y solo de escribirlo se me ponen los pelos
de punta). Es esa literatura que nos describe y nos disecciona. ¿Cuál es su
problema? Pues no sería ninguno si fuese simplemente la primera novela de un
escritor nobel. En ese caso sería un comienzo prometedor y deslumbrante. Con
errores que pulir (una narrativa puede ser simple pero no ser plana, y esta
quizás lo sea) pero una propuesta interesante. El problema de Absolutamente Heather son precisamente las expectativas de los
precedentes del autor. Uno esperaba una obra maestra que cambiase mi vida, y no
la he encontrado.
Puede
ser que Mad men solo haya una, que
nunca se repetirá. O puede ser que simplemente se trate de una obra menor en la
trayectoria de un magnífico creador (en todas las trayectorias artísticas se
dan estos casos). O puede ser, simplemente, que se trate de la primera obra de
un escritor que ha iniciado un recorrido en el mundo de la literatura y que debe construir su propio camino. Y así, por tanto, debemos juzgarle. Puede
ser.
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