Hace
ya un par de años que me enganché a las novelas de Louise Penny , y sobre todo
a su protagonista Armand Gamache. A diferencia de lo habitual, este inspector
jefe es honesto, racional, sensible, cultivado…sin haber visitado nunca Canadá,
creo que es una representación de los parajes en los que nos sitúa el libro. Me
han bastado dos días para devorar las casi quinientas páginas de esta novela
que me ha transportado a un lugar incomparable.
En un paraje virgen de Quebec, a
orillas de un lago rodeado de bosques y muy alejado de la civilización, se
encuentra el monasterio de Saint-Gilbert-Entre-les-Loups, donde dos docenas de
monjes de clausura viven entregados a la contemplación. Cultivan un huerto,
recogen los frutos del bosque, son autosuficientes y, sobre todo, cantan.
Curiosamente, una comunidad que ha hecho voto de silencio es célebre en todo el
mundo por sus salmodias gloriosas del canto gregoriano, cuyo impacto tan
profundo en el espíritu del cantor y del oyente es conocido como «el bello
misterio».
Pero
también en los monasterios pueden ocurrir los crímenes más horrendos y el
cadáver del prior es encontrado en el jardín privado del abad. Hasta allí se
dirigen Gamache y su detective de confianza Beauvoir para descubrir al culpable
antes de que este terrible asesinato sacuda una de las comunidades religiosas
más antiguas del mundo…
El
monasterio y la música sacra son los principales protagonistas de esta novela. La
descripción de la autora de los parajes, de la luz dentro del edificio, del
jardín, de las celdas…es un canto propio a la vida eclesiástica, a la belleza
de la arquitectura religiosa y te introduce de una manera amable en ese tipo de
vida tan poco comprensible en los tiempos que vivimos. Os aseguro que termináis deseando
vivir en un monasterio por un tiempo.
Y
luego está el amor por la música. El que la propia autora siente tal y como nos
indica en el postfacio y el que sienten los monjes gilbertinos. Una suerte de
secreto que les ha acompañado durante siglos y que recientemente han devuelto
al mundo. El origen de la ruptura y la brecha dentro de la comunidad. Su único
don y su posible final.
Armand
Gamache no pierde su encanto en esta novela. Amante de la música como el que
más, se ve embaucado por el arte de los monjes y tiene que utilizar toda su
amabilidad y perspicacia para introducirse en una comunidad en la que hasta
ahora regía el voto de silencio. Poco a poco comienza a descifrar un misterio
que lleva oculto muchos años más de los que parece.
No
abandonamos las tramas pasadas de los protagonistas. Desde el incidente en la
fábrica en el cual tanto el inspector jefe como el detective salieron
malheridos física y psicológica mente, los hemos seguido en su difícil
recuperación y en los vestigios que ha ocasionado en sus vidas personales y
profesionales. El pasado vuelve y el
enemigo está dentro de casa. Jean-Guy Beauvoir aún se está recuperando y
es un eslabón débil que el enemigo común pretende aprovechar. Una de las
mejoras cosas de estas novelas es ese hilo conductor que las enlaza a todas
ellas, la posible conspiración contra Gamache. La lucha del poder contra un
hombre honrado.
La novela
más íntima y preciosista de la autora. Increíbles descripciones y el tono
personal de los protagonistas hacen que sea un placer leer este libro. Es más
que una novela al uso policíaca, mucho más. Tan enganchada estoy a este ciclo
de novelas que tengo tentaciones de leer la edición en inglés de las novelas
posteriores que aún no han sido traducidas. Pero por otro lado, me encanta la
edición de Salamandra, que nos trae puntualmente cada año una de estas obras. Espero que no dejen de hacerlo.
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