He aprovechado los días finales del año para
retomar lecturas pendientes que sabía que no me iban a defraudar: las
referencias eran tan buenas que era difícil equivocarse. El ejemplo más claro
de estas lecturas urgentes ha sido La gran ola, de Daniel Ruiz,
galardonada con el premio Tusquets de novela en 2016.
La gran ola nos cuenta, a medio camino entre
el thriller y la sátira más despiadada, los entresijos de Monsalves, una gran
empresa sometida a los cánones imperantes de éxito, competitividad y absoluta
manipulación del concepto de éxito. Como eje central de la historia tenemos a Julián
Márquez, responsable de una de los departamentos de la compañía en el que los
resultados del año no han sido los esperados. La presión de sus superiores, las
difíciles tomas de decisiones asociadas, y la ansiedad que esto le provoca
junto a una situación familiar que le supera le convierten en una bomba de
relojería andante cuyo principal mal es que nunca acaba de estallar.
Otros personajes forman parte de la comunidad
que se nos presenta en Monsalves: Macipe, el joven tiburón cuya vida gira en
torno al trabajo y sus excesos (en todos los sentidos), con una vida personal
sin prioridades, despersonalizada; Ribera, un superviviente que considera que
la suerte hay que buscarla y trabajarla, y que ha aprendido a reinventarse tras
cada nueva caída; y Marta, sobrina de uno de los dueños y por tanto en una
posición privilegiada que le permite ocultar actuar sin miedo a que afloren sus
carencias. También Gertru, que tras su perfil bajo se oculta en la organización
como escudero de Marta, y es capaz de ver lo que otros no ven, y que como
Julián sobre todo, pero como todos en cierta medida, parecen fardos de dinamita
con la mecha a punto de comenzar a consumirse.
Por último, en el centro de todo, moviendo
los hilos como el director de orquesta que todo lo controla se encuentra Estabile,
el coach, el directivo triunfador que ha sabido implantar en la empresa una
nueva forma de hacer basada en técnicas de autoconocimiento y positivismo que tanto éxito han tenido en los últimos
años.
Es muy
difícil no sentirse atraído por la historia y por sus apasionantes tramas, tan
cercanas a lo que podemos ver en nuestro día a día si el mundo de las grandes
empresas forma más o menos parte de nuestra vida laboral. La radiografía es
precisa e inquietante: vidas desprovistas de valor (en el sentido más humano de
la palabra) y condenadas a depositar toda su fe en alcanzar el éxito
profesional. Las situaciones planteadas por La
gran ola son grotescas pero no por ello menos verosímiles, y puede ser un
ejercicio apasionante para el lector buscar en su entorno más cercano a sus
particulares Estabiles, Martas, Julianes y compañía.
Bajo mi punto de vista, La gran ola tiene
como gran virtud – casi tétrica – el hecho de que se lee como un thriller del
que uno espera un desenlace brutal y congelante, cuando en realidad todo lo que
se nos muestra no exagera en nada lo que podemos ver a nuestro alrededor cada
día. Y eso es lo que nos perturba de verdad, el hecho de que nuestras vidas
puedan convertirse (o peor, ya se hayan convertido) en una triste caricatura de
todo aquello que deberían ser, y que nuestras metas en la vida estén
absolutamente desvirtuadas.
Una gran lectura absolutamente recomendable,
de un autor que volveremos a leer con Todo está bien, su anterior novela, también
alabada por crítica y público. Sumamos a Daniel Ruiz a ese puñado de escritores
que radiografían de una forma excepcional nuestra realidad, con todas sus
miserias a flor de piel, como Isaac Rosa, Rafael Reig o el más reciente Julio Fajardo, autores que ya os hemos traído a las páginas del blog.
Comentarios
Publicar un comentario