Asiduo a la multilectura (varios libros en mi mesita de
noche, alguno en el Kindle, otro de lectura más intermitente en la mesa de la
cocina), Terroristas modernos ha
supuesto una excepción que me ha obligado a interrumpir mis dispersión lectora.
Todas las buenas referencias que tenía se han visto superadas y me han obligado
a una concentración absoluta en las últimas dos semanas.
Cristina Morales nos cuenta, con precisión de cirujano
propia de los mejores ensayistas pero sin renunciar a su talento narrativo
(inmenso, certifico) lo que podríamos denominar el inicio del estado moderno,
ejemplificado en la conspiración de estado para derrocar al rey Fernando VII.
Lo que hace Morales es levantar el telón para mostrarnos que
la Historia de verdad no están en las enciclopedias (ni en Wikipedia) sino que
está llena de mierda, esa que a veces cuesta ordenar para contar y que pueda
contarse en un aula.
Porque los grandes movimientos violentos, conspiratorios,
libertarios, antisistema (utilicen el adjetivo que más les convenga dependiendo
de lado de la trinchera en el que se encuentren) siempre se sitúan cerca del
poder, no enfrente. Sí, el terrorismo ejecutado por el estado, y no es un
oxímoron, es la historia cíclica que siempre se repite.
Y qué oportuna es la historia que nos cuenta Morales, con la
monarquía en cuestión, con la Constitución de Cádiz como arma arrojadiza frente
al absolutismo tan frecuentado en nuestro país y por ello alguna veces hasta
legitimado.
Pero lo revolucionario de Morales es que con estos mimbres
es capaz de levantar un libro espectacular en fondo y en estilo, con una
técnica narrativa tan compleja y tan perfecta que se nos muestra sencilla, como
cuando el director de orquesta hace un trabajo impecable y nos parece que su
presencia es invisible. Una locura, os lo aseguro, y sería una pena que lo que
ha esto esta joven escritora no trascienda, y que Terroristas modernos se venda hasta en las fruterías, con libros de
otros autores innombrables en los cubos de basura. Soñar es gratis.
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