Motivado por el reciente estreno de la
película de Isabel Coixet basada en el libro homónimo, me he embarcado en la
lectura de La librería, uno de esos
clásicos que el tiempo y la justicia literaria devuelve a la actualidad y
otorga una nueva oportunidad y permite su valorización más allá de las rabiosas
novedades.
La librería es la historia del sueño
cumplido de una mujer en el crepúsculo de su vida. Es la pequeña historia de
Florence Green, protagonista de una empresa a priori condenada al fracaso:
abrir una librería en Hardborough, un pueblecito de mar inglés donde todo gira
al margen de lo cultural y, por tanto, del mundo de los libros.
Para su aventura empresarial, Florence elige
una vieja mansión abandonada, Old House, un lugar ideal (rescatar una casa
abandonada llena de encanto para llenarla de libros es tan seductor como
apropiado) pero lleno de dificultades reales: la humedad, otros intereses en
utilizar el lugar para otros fines y hasta la presencia de un fantasma (cómo
no, en un lugar lleno de tintes victorianos), convierten el sueño de la librera
en una carrera llena de obstáculos.
El alter ego de Florence se llama Violet
Gamart, una de las referencias sociales del Hardborough, que pretende que Old
House se convierta en un centro cultural al margen de los sueños libreros de la
protagonista. Y también encontramos a Christine, la joven ayudante de Florence
en la librería cuyo entusiasmo supone gran parte de la energía que la librería
necesita para sobrevivir pero a la vez desencadena otra serie de conflictos que
acaban afectando al futuro del negocio y de la propia niña.
La librería es una delicia para que los
que amamos los libros y nos sentimos como en casa cuando entramos en una
librería soñemos por un instante en buscar nuestro particular Old House para
cumplir nuestro propio sueño. La atmósfera tranquila del libro materializado
por Hardborough, pueblo con un ecosistema propio y autosuficiente, me ha
recordado (haciéndome sentir también como en casa) a Doctor en Alaska.
¿Recordáis la maravillosa serie donde nunca parecía que pasaba nada y las
pequeñas historias de Cicely nos recordaban la importancia de las cosas
verdaderamente importantes de la vida? Pues esa es justo la sensación que
Penélope Fitzgerald nos transmite con La
librería.
La librería está hecho, en definitiva,
con la materia con la que están formados los sueños. Si os sumergís en sus
apenas 200 páginas descubriréis lo fácil (y lo difícil que es a veces
descubrirlo) que supone ser feliz. Espero que la película de mi admirada Isabel
Coixet haya logrado capturar todas las bondades de este delicioso libro.
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