Después de unos días de descanso en el blog (consecuencia en
realidad de las obligaciones mundanas, esas que no pueden esperar) regresamos
con un libro de esos que se desmarcan del panorama literario común, de los que
nos abren nuevos caminos y nos recuerdan algunas de nuestras pasiones
confesables. Se trata de Huracán, de
la mejicana Sofía Segovia, un viejo proyecto literario revisado de la autora de
El murmullo de las abejas, una de las
grandes sensaciones literarias de 2015.
Esa pasión de la que os hablo es la literatura
iberoamericana, esa escuela inagotable de talento que nos ha regalado obras y
autores para la eternidad. Ya sé que esta afirmación encierra una obviedad, y
que cualquier intento de unificar bajo un título a escritores como García
Márquez, Cortázar, Bolaño, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Faciolince, Onetti,
Felisberto Hernández, José Lezama, Carpentier, Borges es una osadía y una
obscenidad (ya lo es el hecho de escribir esta relación atropellada de
autores), pero la memoria personal y sentimental que me une a los libros sí
establece una línea de conexión entre ellos, un modo de comunicarse, un
“color”, un paisaje, unas texturas que solo encuentro en ellos. Y creo que no
es casualidad que esos lugares comunes aparecen una y otra vez con nuevos
autores que proceden de allí, tan lejos y tan cerca de nosotros.
Todo comienza con la historia de Aniceto Mora, un regalado,
apelativo que describe bien su devenir en la vida, ya que de niño es regalado
por su familia a otra familia, en la que vive durante años prácticamente como
un animal, al cuidado de los animales y tratado casi como uno de ellos. La
historia de Aniceto es una historia de búsqueda y de deudas por saldar, de
huida y de autoaprendizaje.
Huracán
continúa
con el relato de dos parejas, de vacaciones en Cozumel, paraíso turístico
mejicano, Paul y Lorna, norteamericanos ellos (los gringos en la novela) y
Marcela y Roberto, mejicanos. Ellos, con sus propios dramas domésticos,
dispuestos a que un viaje les cambie la vida, como pareja o de forma
individual, según a qué lado de la historia miremos.
Y no, no hemos cambiado de libro, aunque lo parezca, porque
el escenario es el mismo, aunque con décadas de diferencia entre las dos
historias. Como también es el mismo el acontecimiento que transforma la vida de
los protagonistas y que las sacude para despojarlas de todo aquello que
instantes antes parecía importante. El huracán se convierte en metáfora de
revelación sobre nuestras a menudo absurdas prioridades vitales.
Huracán es una
historia coral que nos demuestra que la epopeya a veces no está exenta de
miseria, y que un pequeño giro de los acontecimientos no controlados en
nuestras vidas aparentemente controladas puede cambiar vidas enteras.
Como os decía al principio, Huracán es un libro que tiene como germen un viejo proyecto de la
autora, Noche de Huracán, historia
que ha transformado y hecho crecer en uno de esos ejemplos que tanto admiro,
consistente en recuperar una obra para deconstruirla, mejorándola o no, pero al
menos para verla con unos ojos diferentes. Qué acostumbrados estamos a las
relecturas pero qué interesantes son desde el punto de vista creativo las
reescrituras.
No sé explicar muy bien por qué, pero Oro Ciego y Huracán me
han parecido libros hermanos, conectados por la misma sensibilidad literaria.
Desconozco si los autores se conocen o se han leído, pero no me sorprendería
que fuera así.
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