Qué
gran noticia que Anagrama recupere sus míticos Cuadernos, textos breves que
invitan a detenerse entre la novedad narrativa imperante y que nos permiten
ordenar nuestras ideas, reflexionar sobre lo menos actual (no por ello menos
vigente) y que suponen, en definitiva, un soplo de aire fresco para el lector
empedernido.
Vino
en forma de regalo y no ha podido ser más acertado, ya que El año que nevó en Valencia de Rafael Chirbes fue el primero de la
colección en el que había puesto atención.
El año que nevó en Valencia es una novelita de apenas 80
páginas en la que Chirbes rememora un viejo recuerdo de la infancia, en la que
siendo solo un niño asistió al cumpleaños de un hermano de su padre que, de
manera excepcional, reunió a la casi totalidad de la familia para celebrar el
acontecimiento.
La
historia recorre a los diferentes miembros de su familia, a su padre ausente, a
su madre, presente en esta celebración de la familia política, a recuerdos
vagos pero también a recuerdos con un nivel de detalle propio de los hechos que
se graban a fuego cuando solo eres un niño: el suave abrigo de tu tía, el
llanto inexplicable que brota en el niño Rafael y que solo entiendo tu tío más
cercano o la nueva vida de su madre una vez abandonado el luto.
Pero
sobre todo, por encima de todo, ese paisaje de fondo que ilumina nuestros
recuerdos infantiles. A veces es un color, o una música de fondo, o simplemente
el olor de una comida. En el caso del recuerdo de Rafael es la nieve. Porque
ese año nevó en Valencia, y ese es el recuerdo más vívido de todo lo que nos
cuenta.
Leer
esta joya de Chirbes es un milagro, que nos vuelve a recordar que el escritor
ya no está entre nosotros y que tenemos que seguir reivindicándole. Que sea por
muchos años maestro, que tus libros sigan reinando en nuestras mesitas de
noche.
Gracias a Anagrama estos textos vuelven a nosotros, y sin duda este no
será el último. Su contenido promete muchas tardes de felicidad, pero solo por
el formato (cuaderno, no podía ser de otra forma, bolsillo de los de verdad,
cierto aire clandestino) merece la pena hacerse con ellos. Leedlos y
disfrutadlos.
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