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Velocidad de los jardines, Eloy Tizón (Páginas de Espuma)


Ya van apareciendo por el blog nuestras adquisiciones en la pasada Feria del Libro de Madrid. Hoy le toca a uno de los grandes pendientes, Velocidad de los jardines, clásico contemporáneo de la literatura española, el libro bandera del gran Eloy Tizón.

 
 

Ya habíamos leído y reseñado La voz cantante, y habíamos descubierto las excelentes dotes de narrador de Tizón, su capacidad para envolver una historia con varias capas y hacer de la lectura un ejercicio de elección (¿en qué capa me detengo?). Historias dentro de historias, narrativa con espíritu de ensayo literario, metaliteratura, libertad creativa, en definitiva.

El siguiente paso en el descubrimiento del autor parecía obligado, su gran libro de relatos. 25 años después, y con un lavado de cara (de su publicación original en Anagrama al rescate de Páginas de Espuma) y un prólogo sencillamente excepcional (solo él merece la lectura del libro), se nos presenta deslumbrante Velocidad de los jardines.

Os lo advierto desde el principio, Velocidad de los jardines no es, a pesar de su relativa brevedad (apenas 150 páginas) un libro de lectura fácil. O no todos sus relatos lo son. La prosa de Tizón roza sin tapujos lo poético, levanta el suelo de la prosa y se deja llevar por un  lirismo que al lector inhibido y no advertido puede distanciarle. Y he de reconocer que algunos relatos se me han hecho algo cuesta arriba, quizás por el momento elegido para leerlos, quizás por esperar otra cosa. Por resumirlo, esperaba más el aire de Piglia, Halfon o Vila-Matas (esa autoficción magistral que recuerdo de La voz cantante) que la de un poeta encerrado en el cuerpo de un novelista.

Y ojo, no quiero daros la impresión de que Velocidad… no me ha gustado. Es más, hay relatos (los más alejados de esa técnica poética, es cierto) que me han fascinado, y me han hecho cerrar el libro queriendo más libros de Tizón. Relatos como La velocidad de la luz o el que da título al libro son piezas maestras sobre la nostalgia y el duro tránsito hacia la edad adulta. Os recomiendo su lectura pausada para que seáis capaces de encontrar los filones que encierra este libro. Seguramente encontréis algunos distintos a los que yo encontré, que estoy convencido de que no he sido capaz de llegar a todos.

Una vez más, os recomiendo el prólogo, una maravillosa pieza breve en la que el autor sitúa a su obra magistral veinticinco años después. Una carta de presentación que hipnotiza desde el principio y nos sirve de rampa de lanzamiento para adentrarse en el libro.

Por último quiero destacar a Páginas de Espuma, la editorial que le ha quitado polvo al libro y lo ha puesto de nuevo en actualidad. Su catálogo de autores nacionales es interesantísimo y su apuesta por nuevos (y no tan nuevos) narradores nos ha conquistado. Además, nos trataron de maravilla en su caseta, donde tuvimos una charla amena y distendida. Ánimo con vuestra magnífica labor, y esperamos que el próximo año tengáis más suerte con el lugar asignado en la feria. Os veremos pronto de nuevo por aquí.

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