No
me suelen gustar los libros reflexivos, en los que no avanza la trama, los
pausados. Soy la parte aventurera del blog y disfruto con las buenas historias
y enrevesadas situaciones, eso sí, bien escritas. Y sin embargo este verano ha
llegado hasta mí Gilead. Y me ha maravillado.
Gilead es un pequeño pueblo de
Iowa, un puñado de casas dispuestas a lo largo de unas pocas calles, tiendas,
un elevador de grano, una torre del agua y la vieja estación del tren. Las
generaciones se suceden en una vida en apariencia apacible que se organiza alrededor
de las comunidades religiosas. Mediante una extensa carta que el reverendo John
Ames escribe a su hijo de siete años para que éste la lea una vez él haya
muerto.
Es curioso que este pueblo se llame igual que la nación de “El cuento de la criada” pero no se puede ser más diferente. Este Gilead es un pequeño pueblo situado en Iowa en la primera mitad del siglo XX. Algunas calles con pequeñas tiendas y una iglesia que se erige como el principal motivo de cohesión entre los habitantes de ella. En Gilead vive y ha vivido durante varias generaciones el reverendo John Ames, hijo y nieto de reverendos. Lo que nosotros podemos intuir como una vida limitada, no lo es a sus ojos. La belleza del libro consiste en mostrarnos la maravilla de la vida misma, de la filosofía que encierra la religión, de las personas que nos rodean.
El
reverendo John Ames es un enfermo terminal que escribe una carta dirigida a su
hijo de siete años. Este hombre ha vuelto a encontrar el amor tras enviudar muy
joven con una mujer a su vez mucho más joven que él. Y ésta es la maravilla de
su día a día. Tras unos años de soledad, en los que ha sufrido viendo a otras
familias, John encuentra a Lila y juntos tienen un niño que es su mayor
ilusión. Su carta habla de sus antepasados, de su padre, su abuelo y su
hermano. Nos abre una ventana a esa parte de Norteamérica tan difícil de
entender para nuestra laica España, al menos para mí. Pero quizá por no ser
religiosa me ha permitido amar su forma de mostrar la religión, la absoluta
belleza de amar la creación a través de ella.
Uno
de los temas tratados en la primera mitad del libro son los posos tras la
Guerra civil. Gilead es una de esas poblaciones donde surgió la resistencia a la esclavitud vinculada a
la religión y la educación. Un tema muy interesante apoyado en la figura del
abuelo, que se convierte en un reverendo en armas para defender la oposición a
la explotación del hombre por el hombre.
La
segunda parte nos muestra el lado más humano de John Ames. Tras la vuelta del
hijo pródigo de su mejor amigo, el reverendo Boughton, sufrimos con él y sus
celos. Es su parte más terrenal, el miedo a que le arrebaten a su mujer y a su
hijo tras su muerte. Esta parte es la más rica en personajes memorables y nos deja entrever el personaje de Lila, y
de Jack Boughton, que serán protagonistas de novelas posteriores.
Mis
prejuicios me podían haber puesto en aviso al saber que es una autora
cristiana, lo cual es un hecho poco frecuente en mis lecturas. Pero al no
conocerla tuve la suerte de no dejarla a un lado. Un libro precioso, intimista
y de una gran espiritualidad. Poco frecuente en nuestros tiempos. La
forma de escribir de John Ames es pausada y rica, es la de un noble caballero
de los de antes, es la de Atticus Finch.
Muy hermosa.
Con
este libro ganó el Pulitzer y el Ambassador Book Award en el año de su
publicación. Incluso he llegado a leer que esta autora se postula para el Nobel.
Como curiosidad os dejo un enlace a la entrevista que el ex-presidente Obama realizó a la autora del libro. Obama se caracteriza
por ser un ávido lector. Es una gran entrevista sobre literatura sobre los Estados Unidos. Entre
mis próximas lecturas se encuentran dos libros de esta autora: Lila y Vida
hogareña. Los he adelantado en mi pila de libros y espero que no me defrauden. Bueno,
estoy segura que no lo harán.
Pues mira, no me hubiera llamado la atención de no ser por tu reseña. Voy a ver la entrevista de Obama, qué bien que la has enlazado.
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