Hoy
vengo con una novela con alma de éxito de ventas. Pero de los que merecen la
pena. De los que están bien escritos y bien trazados a pesar de que en un
principio su argumento nos resulte muchas veces utilizado. De los originales,
que arriesgan con su estructura literario y triunfan.
Daniel Sullivan y Claudette Wells
son una pareja atípica: él es de Nueva York y tiene dos hijos en California
pero vive en la campiña irlandesa; ella es una estrella de cine que, en un
momento dado, decidió cambiar los rodajes por la vida en el campo, la fama por
el anonimato. Ambos son razonablemente felices.
Sin embargo, esta idílica vida,
trabajosamente construida entre los dos, se tambaleará cuando Daniel conozca
una inesperada noticia sobre una mujer con la que había perdido el contacto
veinte años atrás. Este hallazgo desencadenará una serie de acontecimientos que
pondrán a prueba la fortaleza de su matrimonio.
Al
día siguiente de terminar el libro nos pasamos por la biblioteca y no pude por
menos que pedir prestado otro de la autora, de tanto que me había gustado. Sin
embargo, era uno de sus primeros libros y la progresión de la autora es muy
evidente. La que nos ocupa es una novela mucho más compleja, sutil, detallista
y desarrollada. La evolución era muy evidente incluso en el argumento, en la
historia en sí.
Una
historia de cómo el pasado puede influir en tu futuro, de que nuestras acciones
pasadas tienen consecuencias en algún momento. Pero también una historia de
redención, de familias que superan los problemas de la vida, de esperanza. Es
un cuento precioso acerca de cómo es tu familia, de lo que has de hacer para
conservarla, de los lazos de sangre y los más poderosos, los del cariño.
El
éxito de esta novela: su narración. La autora pone en voz de cada uno de los
personajes los capítulos de todo el libro. Hay personajes principales que
repiten pero es increíble lo que puede hacer por el ritmo, las aristas de los
personajes, la caracterización…cada capítulo nos lo va contando uno de ellos y
así puedes cruzar la opinión de él mismo y de más demás sobre el personaje y
podemos intuir las implicaciones emocionales a través de sus conversaciones, de
los gestos que observan del otro. La autora tiene una magia especial con el
desarrollo de ellos, consigue que te mimetices, simpatices y finalmente se
conviertan en algo parecido a tu propia familia, que quieras formar parte de su
universo.
Destaco
como tramas la del primer hijo de Daniel, un pequeño genio, en cuya evolución
podemos encontrar la naturalidad de la juventud. También me ha encantado la
historia que nos lleva hasta el momento del libro, el primer amor de Daniel.
Los errores de juventud que cometemos y la forma en que las circunstancias (y a
veces las malas intenciones de otros) nos hacen perder la oportunidad de
nuestra vida. Pero el libro nos enseña también eso, que siempre hay un camino
secundario que nos puede hacer felices. Que la vida tiene muchos recovecos y no
hay que aferrarse a los malos momentos sino volcarnos en los nuevos y crear un
futuro en ellos. Un libro muy optimista, que no sobran habitualmente.
Es
cierto que este libro nos presenta un mundo idílico ya que sus personajes son
todos amables, guapos, inteligentes…y sus únicos fallos son temporales y debido
a situaciones límite. Eso ayuda a que la novela se haga atractiva y primaveral,
perfecta para el tiempo que nos ocupa aunque evidentemente le resta
credibilidad. Pero tampoco la necesita, es una novela de la que no te puedes
despegar desde que la empiezas y que refleja perfectamente los sentimientos
humanos y los lazos familiares. Es el gran acierto del libro. Una autora que te
deja con ganas de más y que sin duda seguiremos leyendo.
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