Fue hace algo más de un año cuando se tambalearon los cimientos literarios de este blog tras la lectura de Subsuelo, la perturbadora historia de terror con la que Marcelo Luján se consolidaba como uno de los autores a los que había que prestar atención de ahí en adelante. La novela se convirtió en una de las obras más destacadas en un año de grandes libros.
Necesitábamos otra novela, y esta ha llegado de manos (de nuevo) de Salto de Página, que ha echado la vista atrás para recuperar una obra anterior, Moravia. Es otra de las experiencias que solo la literatura puede darnos: leer una obra anterior como si hubiera sido recién creada. Así la hemos disfrutado, y el (aparente) cambio de registro del autor nos ha servido de coartada cómplice para el engaño.
Moravia comienza con el regreso de una familia al puerto de Buenos Aires tras los estragos causados por la Segunda Guerra Mundial. Es el regreso de él en realidad, Juan Kosic, argentino que abandonó su tierra obligado por el desprecio de su madre. Ahora es un bandeonista de éxito que deshace los pasos dados que le llevaron a fundar una familia en Nueva Orleans, donde se convirtió en un hombre hecho a sí mismo. Kosic regresa con su mujer, de origen checoslovaco, igual que su madre, y su hija, ya norteamericana de nacimiento.
Pero el regreso de Kosic a la pequeña aldea que le vio nacer tiene un siniestro propósito: ocultando su identidad, quiere presentarse al viejo hostal regentado por su familia y darle una cruel lección, desvelando solo al final de su plan su verdadero nombre.
Moravia es un cuento moderno sobre la necesidad de venganza del ser humano, y la primacía del orgullo como luz de guía de fatal desenlace. Porque como en toda fábula, el final es conclusión y moraleja.
La capacidad de Luján de crear una atmósfera teatral, casi de recinto cerrado, es brutal. El viaje hasta las entrañas de la Argentina más remota es la antesala ante uno de los finales más brutales que recuerdo. De nuevo el cuento de terror, de nuevo el precipicio sin posibilidad de salvación.
La construcción de los personajes es limpia y precisa, y el origen de esto potencia la sensación de que el mundo es un territorio nómada donde la estabilidad territorial es solo una circunstancia. Los protagonistas parecen en constante movimiento, como si este fuera la condición natural del ser humano. Las historias de migrantes sin fronteras, de exilios voluntarios o forzosos siempre suponen un ejercicio pedagógico para contextualizar realidades actuales. Nunca sobran historias que nos ayuden a empatizar con aquellos que dejan sus patrias tras sus pasos.
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Marcelo Luján |
Moravia es de nuevo una lección de literatura por parte de Marcelo Luján, que me pone en la tesitura de decidir si es mejor o no que Subsuelo. Como no lo tengo claro, las corono a las dos.
Y de nuevo, novelas que nacen de otras novelas, esporas de las que brota vida de otras vidas. Moravia nace de una referencia, microrrelato mencionado (ni siquiera narrado) de El extranjero de Marcel Camus. Otra novela para reivindicar.
Os dejo con la última sensación, la que conecta a Moravia con la música turbadora de Nacho Vegas. No me preguntéis por qué (hay conexiones que cuesta describir) pero esta novela me ha llevado directamente a Maldición y El fulgor, canciones malditas del autor asturiano que hablan de pueblos silentes, actos inconfesables y sentimientos que no deben ser desvelados.
El fulgor, Nacho Vegas
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