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Ready player one, Ernest Cline (Ediciones B)

De un tiempo a esta parte, los generadores de productos de consumo parecen haber identificado entre los nacidos en las décadas de los 70 y 80 un nicho de mercado con gran potencial. Nuestro perfil responde a un nivel económico desahogado (permitidme la generalización), completa accesibilidad y confianza en el comercio electrónico, y la posibilidad (consecuencia de las dos primera premisas) de cumplir muchos de los sueños que de niños no pudimos alcanzar. Seguro que sabéis de qué hablo.







Os puedo hablar de mi experiencia personal para ejemplificar lo que os decía antes. Desde hace un tiempo estoy valorando la posibilidad de comprar un futbolín de segunda mano para la casa en el campo, aunque tampoco descarto una máquina recreativa como aquellas con las que gastaba buena parte de mi paga semanal a base de monedas de veinticinco pesetas, incluso un pinball. Me han emocionado series como Stranger Things o comics como Paper Girls. Soy capaz de ver de nuevo de principio a fin la serie Seinfeld o Doctor en Alaska (soy capaz y lo he hecho). Y me vuelvo loco (aunque todavía no he dado el paso) cuando veo anunciar versiones retro actualizadas de consolas que nunca pude tener. Por cierto, soy de los que se abraza a sus amigos cual manada de bisontes cuando en una boda empieza a sonar Héroes del Silencio o Siniestro Total, y sonríe de satisfacción cuando conoce la noticia de que uno de esos amigos ha montado un grupo donde versionan éxitos de los 80 y 90 (bravo por ellos, Mucho Pop). Si seguís leyendo este relato es que estáis montados en este tren de la nostalgia.




Y es aquí donde aparece Ready Player One, una gran novela de ciencia ficción distópica que explota algunos de estos conceptos nostálgicos colectivos en los que es imposible no caer si rozas los cuarenta. Por eso lo he devorado y lo he disfrutado como si volviera a tener 20 años.

Ready Player One tiene lugar en un futuro no muy lejano, con un mundo inmerso en una crisis energética irreversible, donde la gente dispone de un pasatiempo increíble donde evadirse de los problemas reales. Se llama Oasis, y es la evolución extrema de las redes sociales actuales. En Oasis todo el mundo tiene un perfil con nombre y apariencia propios y con la posibilidad de vivir una vida paralela a su vida real. Todo ha evolucionado tanto que las experiencias sensoriales son semejantes a las del mundo real. Además, una de las grandes ventajas de Oasis es el anonimato. Nadie sabe quién eres en la vida real. Todo es tan auténtico que hasta la moneda oficial de Oasis se ha convertido en una de las divisas más estables del mundo.

¿Y qué es lo sorprendente de Oasis? Pues además de lo que os he contado, es su concepción nostálgica. Su creador, James Hallyday, concibió Oasis como un gran centro de ocio donde todo recuerda a los primero videojuegos domésticos. Y una videoconsola reina sobre todas las demás, la Atari 2600. Hayas jugado a ella o a cualquiera de sus réplicas pirata que tanto éxito tuvieron en España, sus juegos de apariencia sencilla y rudimentaria forman parte del imaginario colectivo de toda una generación.
Atari 2600: Ese oscuro objeto de deseo
Volvemos a Ready Player One. Hallyday ha muerto y ha dejado como legado su mayor fortuna como legado. Oasis será de aquel que encuentre tres llaves dentro de él, abra tres puertas y encuentre un tesoro. Y como no podía ser de otra forma, los enigmas se hayan escondidos en algunos de los juegos emblemáticos de los años 80. Así, el gran reto de resolver los enigmas y encontrar las llaves (abrir las puertas y acabar encontrando el último tesoro) se convierten en el propósito de vida de millones de personas en el mundo.


Pac Man: El juego que lo cambió todo
El protagonista de Ready Player One es uno de ellos. Wade Owen en la vida real / Parzival en Oasis deja a un lado su vida para convertir la búsqueda en su gran misión. Por el camino encuentra a otros Gunters (así se hacen llamar los buscadores) como Hache (que acabará convirtiéndose en su gran amigo), Art3mis (de la que acabará enamorándose)  Daito y Shoto (dos ¿hermanos? con los que entablará una relación muy especial).

Sin embargo, Wade / Parzival no están solos en esta búsqueda. La gran compañía multinacional IOI ansía poseer Oasis, y dispone de un ejército masivo de soldados (llamados sixers porque pueden identificarse por el 6 que antecede a su nombre) que están dispuestos a cualquier cosa por obtener el deseado premio.


Regreso al futuro: Cuando recibimos la primera dosis de nostalgia
Ready Player One es una grandísima novela de aventuras a la vieja usanza. No es difícil que mientras lo lees te vengan imágenes de los Goonies, de Indiana Jones o de Star Wars (las primeras claro) porque te encontrarás con una de esas aventuras que nos hacían saltar de la butaca del cine. Además, su lectura supone una sobredosis de nostalgia absolutamente placentera para los que nos negamos a la evidencia de hacernos viejos. No es casualidad que Steven Spielberg se haya fijado en la historia y la vaya a convertir en película. No es casualidad, es una bendición.


Los Goonies: La mejor película de la historia
Y no me olvido de las reflexiones morales a las que suelen conducirnos las distopías. Como decía antes, asusta ver qué cerca estamos de un entretenimiento como  Oasis, en el que evadirnos de la vida real y en el que todo parece igual de real. Solo tienes que salir a la calle y ver las escenas de gente con la mirada pegada en el móvil, ajena a todo su alrededor.



Que este tipo de lecturas nos ayuden a pensar que nada puede sustituir a las experiencias reales de la vida. Ojalá seamos capaces de transmitir esta idea tan sencilla a nuestros hijos.

P.D. Bienvenida al mundo Sofía, tengo muchas ganas de conocerte. Eres el mejor regalo posible para esa familia que lleva meses soñando contigo. 

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