Acabo de terminar Párpados, uno de esos libros que pedía a gritos ser leído y exigía una reseña urgente. Recientemente galardonado con el premio Dos Passos, reconocimiento que la editorial Galaxia Gutenberg otorga desde hace dos
años nuevos narradores y que ya ha acumulado prestigio suficiente como para que sea en sí mismo un reclamo.
Pero ese no era el único motivo. La historia – un viaje como punto de origen el Delta del Ebro de una pareja en busca de respuestas – me provocaba una enorme curiosidad. Solo hicieron falta un par de páginas para darme cuenta de la importancia
del libro que tenía en mis manos.
La historia del narrador anónimo y su pareja comienza, como decía, en el Valle del Ebro, en un paisaje perturbador e hipnótico, donde parecen percibirse los silencios, y donde los protagonistas inician un viaje en el que sospechamos tratan
de buscarse a sí mismos, de forma individual y como pareja.
Primero el viaje es circular, alrededor del valle, con este como origen y destino. Han llegado desde Barcelona buscando un retiro (la excusa: un trabajo temporal en el restaurante de un familiar) y encuentran la paz rodando en moto por
las carreteras del lugar. Y de repente la liberación y la huída, y el viaje les hace abandonar el sitio y emprender camino a Europa, primero París, después territorios que parecen elegidos compulsivamente, casi al azar.
A medida que avanzan los capítulos descubrimos el pesado lastre que une a la pareja: el pasado siempre lo es. Un viaje de ella a Alemania que provocó la ruptura, una muerte inesperada que cambió el rumbo de todo de nuevo. Y el regreso,
porque el viaje parece tener como destino inevitable el regreso, esta vez juntos, a Berlín, al mismo punto cero donde sus vidas se precipitaron de forma irreversible.
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Toni Quero |
Los capítulos con los que Toni Quero nos cuenta su historia son breves, fríos, despojados de cualquier atisbo de sentimentalismo. Son puñales que nos rozan poco a poco hasta que se produce el desgarro final. Pero sobre todas las cosas,
lo que consigue el autor es dotar de imágenes al relato. Ha sido muy fácil echar a volar la imaginación y pensar en paisajes, miradas, lágrimas y susurros.
He imaginado que si Párpados fuera una película esta no tendría apenas diálogos, porque es el silencio lo que mejor transmite esta novela. Y es paradójico (y lo que la hace grande) que las palabras transmitan silencio. Es de esas cosas
que son tan difíciles de explicar (o que explico tan mal) que solo se me ocurre invitaros a leer esta maravilla que me siento tan afortunado de haber descubierto. Otras obras lo habían logrado (París-Texas, True Detective) pero nunca había sido un libro con
esta perfección.
Una de las míticas escenas de París-Texas
Al final me quedo con el Valle del Ebro, que me ha evocado otros paisajes perturbadores y oníricamente peligrosos, como las Marismas del Guadalquivir en La Isla Mínima o
Manchester frente al mar. Paisajes que hablan por nosotros. Pero sobre todo callan por nosotros.
Bravo Toni, estoy seguro que has escrito el libro que soñaste escribir.
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