Ya os anunciábamos que Saturno, de Eduardo Halfon, inauguraba el repaso que le debíamos desde nuestro blog a la obra del autor guatemalteco, uno de los grandes de la literatura latinoamericana de los últimos años. Su estilo único, donde las historias reales se convierten en ficción y embaucan al lector como si lo real fuera pura novela negra, búsqueda, indagación, hallazgos, decepciones.
Hoy rescatamos uno de los mejores títulos de Halfon, el que siempre recomiendo al lector que no conoce al autor. Se trata de El boxeador polaco, publicado hace unos años por la editorial Pre-textos.
Siento especial debilidad por este libro. Con él descubrí no sólo a Eduardo Halfon, sino una forma de literatura diferente, revolucionaria para mis cánones literarios, todavía en pañales hace casi diez años. Después llegaron otros que forman ya parte de mis escritores predilectos: Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Manuel Cercas... autores con alma de quijotes cuyas historias mezclan de manera obsesiva realidad y ficción. Universos propios e intransferibles, una manera de contar la vida que se convierte en adictiva para cualquier lector que se atreva a acercarse a ellos.
El boxeador polaco reúne un puñado de relatos, de experiencias, de ensoñaciones con los que Eduardo Halfon nos cuenta diferentes episodios de su vida. Desde su relato inicial, Lejano, maravilloso, donde a través de su experiencia en una clase de literatura en la que podemos asomarnos a la relación del autor con otros autores hasta el relato que da título al libro y que sirve de hilo conductor al conjunto de las historias. Porque los relatos de Halfon se encuentran interconectados, y forman parte de una gran historia que casi nunca somos capaces de conocer. ¿Es esa gran historia nunca contada del todo el motor que mueve la literatura del escritor o la unión de todos sus libros es ya esa gran historia?
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Eduardo Halfon |
Como os decía. Eduardo Halfon ha creado un universo propio a medio camino entre la ficción y la realidad en la que es fácil verse atrapado. Me quedo con el inolvidable recuerdo del boxeador polaco, ese prisionero de Auschwitz que salvó a su abuelo revelándole lo que tenía que decir en el interrogatorio en el que se decidiría si viviría o moriría, y a la historia ocultada a su nieto - el autor - acerca del número que llevaba tatuado en el brazo. Su número de teléfono, historia que el nieto creyó durante años hasta que, terrible, lapidaria, la verdad, que siempre se aparece en la vida con mucha menos carga poética que como con el tiempo recordamos, fue revelada.
Ricardo Halfon no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta, y es precisamente su forma de contarlo lo que hace que no olvidemos lo que cuenta.
Reivindiquemos allá donde se nos permita a un autor irrepetible y epopéyico. Eduardo, la literatura eres tú.
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