Entre mis deudas literarias por saldar estaba la lectura de la obra Alberto Olmos, escritor y crítico literario por el que siento una admiración especial. Crítico irreverente y políticamente incorrecto cuyos gustos y recomendaciones me sirven a menudo como guía literaria. Con él he descubierto algunos de los títulos que os he traído a niundiasinlibro. Os recomiendo la lectura de su blog Mala fama en elconfidencial.com, y especialmente su blog-proyecto personal Malherido, una de esas lecturas obligatorias para toda mente literaria inquieta que se precie (tenerlo y leerlo vale 5 €/año, todo un acto simbólico que explica muy bien explica el autor en su carta de presentación.
Sin más dilación, os presento Guardar las formas, de Alberto Olmos.
Resulta paradójico que el primer libro elegido para leer a Olmos sea un libro de relatos. Paradójico porque se trata de un género que el autor ha tratado con cierto desprecio en su faceta de crítico. Siempre lo ha considerado un género menor, que requiere menos cualidades y talento que el género novelístico. Aunque es cierto que Olmos hace excepciones con nombre y apellidos a esta generalidad (Tizón, Cortázar, faltaría más), su posición en este asunto siempre ha sido clara. Y de repente, se nos presenta con un libro de relatos. ¿Una provocación más del autor de Alabanza? Era muy tentador comprobarlo.
Lo primero que llama la atención de los doce relatos que componen Guardar las formas es su variedad. El autor parece haber pretendido mostrar un catálogo de géneros dentro del propio género: diferentes estilos narrativos, alguna incursión en el llamado realismo mágico, relatos costumbristas, otros más intimistas, diferentes voces, puntos de vista, tímidos acercamientos al género de terror, incluso se atreve con el género epistolar. Olmos parece haber querido demostrar de lo que se puede ser capaz escribiendo relatos si tus capacidades como escritor son notables. Permitidme el burdo símil: leyendo este libro me han venido a la mente las filigranas a menudo interpretadas como gratuitas del barcelonista Neymar.
Lo segundo que quiero destacar del libro y del autor puede parecer una obviedad: Olmos es un gran escritor. Domina el lenguaje y el ritmo, y eso se nota en sus relatos. Es algo que se nota como lector, y es menos habitual de lo que debería ser, pero en Alberto Olmos parece no suponer ningún esfuerzo. El autor se siente cómodo, disfruta escribiendo, nos hace disfrutar de forma natural, sin forzar la historia.
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Alberto Olmos |
No pretendo desgranar aquí cada uno de los relatos de Guardar las formas (para eso está el libro), pero os dejo al menos las referencias a las perlas que he encontrado en él, los relatos que me han fascinado, los que convierten a un buen libro de relatos en lectura imprescindible: Por dentro: después de una aventura con una chica, un hombre se queda sólo en casa de ésta porque ella se ha ido a trabajar... y no puede salir; Guardar silencio: una mujer recibe un mensaje en el buzón de su móvil. Tres horas de silencio; por último, Todos y cada uno de ellos, lugar y fecha: un anciano apunta los datos personales de cada persona con la que entabla una conversación, ¿por qué motivo?.
Con estos tres de doce ya se adivina al gran escritor que está detrás. El juego, la demostración se le va de las manos y Olmos nos regala de repente tres obras maestras. ¿los demás? Pues hay de todo, aunque el nivel general es realmente bueno. Os puedo asegurar que Guardar las formas no os va a defraudar, y, aunque sea empezando por el final, puede suponer una excelente carta de presentación para conocer al autor.
Nuestra próxima parada, Alabanza, la que muchos afirman gran novela de Olmos. Os lo contaremos muy pronto.
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