Imaginemos
una casa burguesa en la ciudad de Nueva York en los años noventa. Una comida
familiar de una familia judía bien posicionada, con los patriarcas como nexo de
unión y los tres hijos instalados en sus diversas rutinas. La hija mediana,
Polly, tiene todo lo que se podría desear, un buen trabajo, un marido
encantador y dos hijos a los que adora. ¿Qué puede torcerse en todo esto? Sin
duda, un enamoramiento.
La protagonista de Felicidad
familiar, Polly, es una treintañera neoyorquina felizmente casada y con dos
hijos y un trabajo que le gusta. Su vida da un vuelco inesperado cuando se
enamora de un pintor algo bohemio: de pronto, las ideas en las que había sido
educada y su visión del mundo dejarán de tener sentido. Tras escribir sobre el
comienzo del amor en Tantos días felices, Laurie Colwin se ocupa en Felicidad
familiar de la dificultad de cumplir las expectativas que uno se marca durante
la juventud.
Ese
enamoramiento ya ha tenido lugar cuando comienza nuestra historia. Y a pesar de
eso cuando conocemos a Polly todo se intuye ideal y su fidelidad y lealtad
hacia su familia se muestra inquebrantable. Esa es una de las características
de la novela, nos encontramos con un enamoramiento tan fácil, tan ingenuo y
libre de tormento que dan ganas de vivirlo de primera mano. A pesar de ello no
faltan los remordimientos y la culpa pero la autora llena su prosa de ligereza
y cotidianidad. Tal y como es la vida de la gente real. Cuando ocurre algo así
la vida no se llena de tragedia sino que todo el mundo sigue adelante.
A
través de la relación con su amante Polly empieza a ver a su familia y a su
marido desde otro prisma. Es una típica madre de familia de la alta sociedad, a
la que se ha criado para encontrar una buena pareja, para tener hijos, para ser
la hija buena y nadie se preocupa por ella. Es el personaje que si falta notas
pero que si está no se le agradece ni se le da conversación más allá del menú.
En ciertas cosas me he identificado con ella, con lo que se espera de las hijas
y sobre todo de las hijas que nunca discuten, de las no problemáticas. Se da por
hecho su existencia y cualquier salida de tono es más criticada de lo habitual.
Se
nota que la autora también lo vivió. Es muy notable su forma de enseñarnos esa
alta sociedad, de asomarnos a sus vidas. Una manera muy personal y encantadora.
Los capítulos compartidos con su nuevo amor son una oda al romanticismo más
clásico y te hacen revivir esas emociones fácilmente.
Laurie
Colwin (1944-1992) fue una escritora norteamericana. Nació en Manhattan y
estudió en el Bard College, la Universidad de Columbia y la Sorbonne. Brillante
y cultivada, trabajó como editora y tradujo, del yidis, a Isaac Bashevis
Singer. Sus muy celebradas obras le granjearon una reputación de prosista
elegante y aguda, una moderna Jane Austen de la clase media-alta neoyorquina.
Murió a los cuarenta y ocho años de edad, en plena madurez creativa.
Me
ha entusiasmado esta novela. No he podido dejar de leerla desde que empecé. Su
fluido lenguaje, la originalidad del planteamiento de la infidelidad…me ha
parecido una novela perfecta. El cierre es la guinda del pastel, nos recuerda
que no todo es blanco y negro, que la vida es complicada y hay que lidiar con
ello. Una maravilla, no os la perdáis.
Un tema que no es fácil abordar sin caer en lo de siempre... me lo anoto
ResponderEliminarCierto, Felicidad familiar lo plantea sin perjuicios y sin lugares comunes. Un gran libro.
ResponderEliminarUn beso!