Vivimos llenos de prejuicios, de visiones simplificadas de la realidad que nos ayudan a tomar posición sobre los distintos aspectos que conforman aquello que podemos llamar ideología. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra.
Profundizar sobre alguno de estos aspectos que supuestamente tenemos muy claros puede generarnos dudas sobre nuestras férreas posiciones. Estas dudas nos enriquecen, nos ayudan a empatizar, nos hacen plantearnos de nuevo preguntas que ya consideramos zanjadas.
En ese contexto he afrontado la lectura de Diez mitos sobre los judíos, un excelente ejercicio pedagógico publicado por Cátedra que, desprovisto de cualquier premisa de corte politico, trata de desmitificar diez grandes supuestas verdades absolutas que sobre el pueblo judío suelen afirmarse.
De forma académicamente ordenada, la autora afronta uno a uno los diez mitos:
1: Los judíos mataron a Cristo
2: Los judíos son una entidad secreta
3: Los judíos controlan la economía mundial
4: No existen judíos pobres
5: Los judíos son avaros
6: Los judíos no tienen patria
7: Los judíos son racistas
8: Los judíos son parásitos
9: Los judíos controlan los medios
10: Los judíos manipulan a los Estados Unidos
Diez mitos sobre los judíos supone un excelente ejercicio histórico, intelectual y pedagógico sobre el origen del antisemitismo cómodamente instalado en gran parte de la ideología progresista actual. Esta concepción anti-judía viene alimentada y reforzada por la incomprendida (e incomprensible) actitud de Israel en territorio palestino.
En contraposición a esta idea ampliamente extendida (el rechazo al pueblo judío por sus políticas beligerantes contra el pueblo palestino) emergen dos ideas incontestables: 1) El antisemitismo tiene su origen mucho antes. En la Edad Media ya podemos encontrar odio, animadversión y persecución al pueblo judío y 2) No debemos confundir a los judíos (practicantes de la religión) con los habitantes de Israel (donde no solo hay judíos) y con el resto de judíos (de ideologías muy variadas, y donde los judíos de Israel representan un porcentaje no mayoritaria entre los judíos del resto del mundo).
El puzzle es, sin duda, complejo. Y este magnífico ensayo nos ayuda a enriquecerlo y a someter nuestras rígidas posiciones a debate. Una lectura muy recomendable y de fácil lectura para mentes inquietas. Otro libro imprescindible de Cátedra.
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