Entre las lecturas con las que iniciamos cada año se encuentra el premio Herralde que la editorial Anagrama concede al final de cada año. Cita obligada que nos ayuda para medir el pulso literario de una de las editoriales de cabecera de las letras españolas.
No se trata (es una opinión personal) de un premio con el que reconocer a una de las mejores novelas del año. Para eso tenemos otros premios, otras referencias, otras varas de medir. Con el premio Herralde podemos adivinar el futuro de la editorial. Porque se trata de obras diferentes, alejadas de los territorios consolidados del sello, obras, en definitiva, de futuro. El premio refleja el inconformismo de un sello que a pesar de sus casi 50 años de vida sigue mostrando excelente síntomas de juventud.
El año pasado comenzábamos con la memorable Farándula, de Marta Sanz, autora muy querida en este blog, y en 2017 es el turno de No voy a pedirle a nadie que me crea, del mejicano Juan Pablo Villalobos.
El protagonista de nuestra historia es un joven estudiante y escritor mejicano con el mismo nombre que el autor que se dispone a viajar a Barcelona junto a su novia Valentina para hacer un doctorado sobre el humor de la literatura latinoamericana. Pero algo se interpone entre él y su deseado viaje: su primo, personaje de vida y conductas más que sospechosas, le involucra para que participe de una operación peligrosa, lucrativa y, por supuesto, ilegal en la que su presencia en Barcelona es una parte clave de la misma. Y una vez que nuestro escritor ya se encuentra metido hasta el fondo en la trama, su primo es asesinado.
Así aterriza Juan Pablo en Barcelona con Valentina, y es él el que en primera persona nos cuenta la delirante trama, difícilmente leíble sin una sonrisa en los labios. Pero no sólo tenemos este punto de vista de la historia, sino que otras voces nos cuentan su visión subjetiva del devenir de Juan Pablo. Su novia (o su novia al menos en el momento del aterrizaje, no desvelo más) a través de su diario, su madre, que se comunica con él a través de hilarantes (y desternillantes) correos nunca respondidos y su propio primo, que le escribió extensísimas cartas antes de su muerte en las que le cuenta, le advierte, le confiesa toda suerte de información clave (o no) para entender lo que está por sucederle, y que gracias al "magnífico" funcionamiento del correo en Méjico el protagonista lee como si se tratara de cartas desde el otro lado.
Todo esto es No voy a pedirle a nadie que me crea, que es, por cierto, mucho más que un título, porque es una frase repetida varias veces por los distintos narradores, como si fueran conscientes de que sus relatos/confesiones fueran de por sí difíciles de creer.
Bajo la superficie de una comedia disparatada y perfectamente engranada es fácil adivinar una crítica mordaz a las estructuras políticas, sociales, morales y vitales que imperan en Méjico, lugar donde, literalmente todo es posible, y donde la traslación de ese mundo a una España institucionalmente agotada y corrupta lleva a la deriva al protagonista y su entorno.
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Juan Pablo Villalobos |
Y luego, o antes, o todo el tiempo, la literatura. Porque Juan Pablo Villalobos se lleva parte de sí mismo al Juan Pablo protagonista de la novela (saber cuánto de él ha dejado en el mismo es mejor no saberlo). Y esa maravillosa intromisión de la no ficción en la historia nos deja un sabor de boca transgresor y macarra que nos encanta.
No voy a pedirle a nadie que me crea es la mejor forma de empezar un año en el que esperamos contaros grandes experiencias lectoras. Como ya adelantábamos en nuestra entrada del pasado Viernes, pretendemos leer menos pero seleccionando cuidadosamente nuestras lecturas, y con ello esperamos saborearlas mejor, reposarlas como se merecen muchos libros. Por ello reseñaremos menos (dos libros a la semana más o menos) pero esperamos haceros disfrutar más.
Así pues, os ponemos en bandeja una de esas lecturas obligadas con las que Anagrama nos da pistas de lo que será la literatura en español de los próximos años. Disfrutadla y contadnos qué os ha parecido. Hasta pronto.
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