Me
apetecía mucho leer este libro después de varias ojeadas al catálogo de Salto
de página. Tenía ganas de una aventura extravagante y divertida y he acertado
plenamente.
Una amenaza recorre Madrid. Esta
vez el enemigo no procede del otro lado de las fronteras, ni de los bajos
fondos, ni siquiera de esos subterráneos morales donde anidan peligrosas
ideologías como el socialismo o el anarquismo; esta vez la amenaza son las
piedras. De la noche a la mañana, y sin que nadie sepa por qué, las estatuas de
la capital han abandonado sus pedestales, sobresaltando a pacíficos transeúntes
o introduciéndose sin invitación en las casas de gente inocente. Los
ministerios desmienten rumores que vuelan sobre las planas de los periódicos
amarillos, y a menos que alguien intervenga con toda celeridad el asunto puede
alcanzar dimensiones monumentales: las mismas de la Cibeles, de Neptuno, de las
esculturas del Retiro y la Plaza de Oriente en cuanto se les ocurra sumarse a
la estampida.
Madrid,
primeros años del siglo XX. La historia comienza como un relato de terror, un
niño es secuestrado por una bestia, su madre los persigue angustiada… un
disparo a tiempo y la bestia se rompe en pedazos, una estatua de piedra que
cobra vida. Evidentemente hemos entrado en el terreno fantástico pero con un
perfecto equilibrio con el humor.
A
continuación vamos conociendo a los personajes que nos acompañarán en esta
aventura. Irene Fo, buscadora de peligros y desafíos. Mujer bella (no olvidemos
que las protagonistas femeninas siempre tienen que ser guapas además de tener
otras mil cualidades, no como los masculinos que pueden ser feos como un pie si
son eminencias en lo suyo), inteligentísima y experta luchadora, alpinista…
ella es la hija de la autoridad científica Salomón Fo, que ha ayudado
anteriormente a la policía a resolver los casos más inquietantes del país.
También
conocemos a Elías Arce, un periodista en ciernes que va buscando las noticias
más singulares y se topa con la más singular de ellas. Enamorado de Irene, la
seguirá donde haga falta para conseguir la exclusiva o lo que se tercie. Además
de estos protagonistas aparecen muchos secundarios bastante curiosos y
divertidos, amén de los malos de turno.
Lo
que más me ha gustado del libro es su sentido del humor. Es una aventura
fantástica que no se toma excesivamente en serio a sí misma. Desde los piononos
del profesor Fo y su rotura de dientes, hasta el intrincado desenlace…
Parece que el autor tiene toda la intención de
continuar con la saga, que comenzó con “El hombre sin rostro” pero de la que
nos avisa que tendremos que seguir lidiando con ciertos individuos.
Sinceramente yo ya he apuntado la anterior historia para leer. Me gusta tener
en cartera libros de puro entretenimiento, siempre bien escritos, bien
desarrollados y con personajes completos, pero entretenimiento. Y me gusta
mucho que esta vez haya sido un escritor español el que me lo haya ofrecido. Un
clásico de aventuras detectivescas con aire castizo.
De piedra me quedo. Libros que hay que leer, por supuesto.
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