Ha sido toda una sorpresa recuperar este Vivir entre Lenguas de mi lista de pendientes, un librito a medio camino entre el relato autobiográfico y el ensayo en el que la autora nos ilustra sobre su infancia rodeada de una diversidad idiomática singular.
Sylvia Molloy nos muestra en su libro una infancia donde el español podía considerarse la lengua oficial familiar, pero con los matices que supone que la lengua de su padre era el inglés y la de la familia de su madre el francés. A partir de esta experiencia la escritora nos hace reflexionar sobre las lenguas y su fin, la importancia relativa de la pureza de éstas y sobre el proceso de pensamiento, aprendizaje y creación en una lengua.
¿En qué idioma piensas? La respuesta es fácil si eres monolingüe (barroca palabra para un significado tan sencillo), pero si hablas varios idiomas sin ser uno predominante sobre los otros, ¿es tan sencillo responder? O yendo más a la raíz, ¿se piensa en un idioma en concreto? ¿o simplemente se piensa?
A pesar de lo que puede parecer, se trata de una lectura interesantísima, nada sesuda y no por ello poco profunda. Con ella he disfrutado y he sonreído. Una curiosidad de Eterna Cadencia en la que merece la pena detenerse.
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