Termino de releer, ocho años después de la primera vez, Anatomía de un instante, el libro con el que Javier Cercas quiso acercarse al golpe de estado del 23 de Febrero de 1981, y confirmo el inmenso placer de las relecturas, especialmente si el libro elegido es, como el caso que nos ocupa, una obra escrita para perdurar en el tiempo, para volver a ella y disfrutarla cada vez más y mejor, apreciando nuevos matices en cada ocasión.
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Portada de Anatomía de un instante |
Aunque ya había leído a Cercas, este libro me impactó enormemente porque creyendo encontrarme con una crónica más del 23F me acabé encontrando con algo muy distinto. Cercas ya nos advierte al principio, en un prólogo con un nombre revelador: "Epílogo de una novela". El autor nos reconoce su intención inicial de escribir una novela de ficción sobre el golpe de estado de Tejero. Su propósito, en pleno desarrollo, le hace tomar un camino diferente, al verse incapaz de escribir una ficción de unos hechos sobre los que todo tipo de historiadores, testigos directos o indirectos y ciudadanos de a pie de todo tiempo y lugar han construido su propia ficción.
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La imagen icónica de Tejero irrumpiendo en el Congreso de los Diputados |
Lo que Cercas acaba escribiendo (lo que acaba siendo Anatomía de un instante) es una crónica precisa sobre los hechos ocurridos antes, durante y después del 23F. Algo aparentemente no novedoso, pero que sorprendentemente lo es, y la clave se encuentra en la respuesta a las tres preguntas que planteo y que el libro se encarga de responder.
Uno. ¿cómo hacer un relato riguroso partiendo de un sinfín de versiones, teorías y conjeturas sobre el golpe de estado, muchas de ellas contradictorias?
Cercas utiliza el camino más lógico (que no el más sencillo): no descarta ninguna posibilidad, recoge todas las opciones planteadas, sin tomar parte, sin vehemencia. Y a partir de todas las verdades posibles construye un posible camino a lo sucedido realmente, planteado no como una nueva verdad, sino como una posibilidad más, la que él considera más probable. Sin imponerla al lector, simplemente construyéndola con él.
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El general Milans del Bosch saca los tanques a las calles de Valencia la noche del golpe |
Dos. ¿Por qué si, como se plantea desde el principio, se trata de una crónica de los hechos, que podría catalogarse como periodística o de investigación, y en cualquiera de los casos, como un relato de no ficción, el autor acaba por defender que el libro puede leerse como una novela de ficción?
Esta respuesta recoge una de las claves que hace a Anatomía de un instante una obra singular y absorbente. Cercas construye un relato riguroso de un hecho real utilizando recursos literarios propios de la narrativa de ficción. La estructura del libro, las técnicas empleadas (repeticiones que potencian el discurso del narrador, la estrategia del relato circular que se va cerrando en torno al desenlace final, el reparto de papeles de los protagonistas) son propias, en definitiva, de la literatura de ficción. Por no decir que los propios hechos narrados son, aún siendo reales, el alimento perfecto para cualquier obra de suspense que quisiera escribirse a partir de ellos.
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Javier Cercas |
La maestría de Cercas es única en la narrativa española, y se puede volver a ver en su obra más reciente, El impostor, aunque en una variante diferente, en la que el escritor es parte de la novela, y la confusión entre ficción y realidad es mucho mayor (podéis leer la reseña que hicimos de este magnífico libro).
Cercas crea un estilo propio, en el que no es difícil encontrar como gran inspirador a Truman Capote y su A sangre fría, la novela que cambió toda la hasta entonces evidente separación entre ficción y no ficción.
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Portada de A sangre fría |
Tres. Por último, ¿por dónde empezar? ¿por el principio? ¿no debe respetarse, si quiere dibujarse un mapa preciso de los hechos, la cronología de los mismos?
La respuesta que da Cercas es un no rotundo. Cercas (y esto enlaza irremediablemente con la segunda respuesta) selecciona un instante del 23F, y en torno a él construye todo el libro. El instante (el que da nombre al título del libro) sirve de leit motiv a la historia, girando toda ella en torno a él, como un estribillo perfecto, hasta convertirlo en el resumen de todo lo narrado, como si ese instante, una vez leído todo el relato, pudiese resumir todo lo que ocurrió antes y todo lo que ocurrió después. He aquí el recurso narrativo propio de la ficción más importante del libro.
El instante, que aún no he desvelado, es la imagen icónica de Adolfo Suárez sentado en su escaño, solitario, negándose a tirarse al suelo como han hecho el resto de diputados del Congreso asaltado, plantando cara a los golpistas. Sobre ese instante gira la novela, que parece escrita con el único afán de entender ese comportamiento, o entendido al revés, como si ese comportamiento recogiese las claves de todos los demás hechos narrados en la novela.
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El instante alrededor del que gira todo el libro |
Alrededor de ese instante orbitan otros dos, los otros dos diputados que secundaron a Suárez, Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo. Estos otros dos instantes, como el resto de la novela, también parecen cobrar sentido (o esa parece la intención del autor) a partir del gesto de Suárez.
Sólo puedo recomendar leer Anatomía de un instante con la misma pasión con la que la he disfrutado por segunda vez. No le tengáis miedo pensando que ya conocéis todo lo que hay que saber del 23F, del que estaréis cansados de ver siempre las mismas imágenes, las mismas declaraciones, las mismas reflexiones. Os sorprenderá, os hará estremeceros no solo por lo que cuenta (y creías saber pero en realidad no sabias) sino por cómo lo cuenta.
Novela imprescindible y necesaria, que ocupa ese lugar extraño en mi biblioteca al que tengo tanto cariño. El de los libros que mutan entre la ficción y la realidad. Ese espacio mágico y volátil donde la literatura crece hasta convertirse en uno de los tesoros más grandes que ha creado el hombre.
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