Muchas veces nos ocurre que lo mejor está al final. El último trozo de tarta, la última canción del concierto, la última copa una noche con amigos.. Esa sensación puede atribuirse a menudo a nuestra tramposa memoria selectiva, que, capa sobre capa, va haciendonos olvidar sensaciones y experiencias anteriores, o al menos sus detalles, haciendo comparativamente más intensos nuestros recuerdos más recientes.
Con esta premisa, tan presente en este blog (dejar escritas las sensaciones que un libro nos ha causado no deja de ser una terapia contra el olvido), pretendo hacer justicia a la lectura de Un árbol caído, de Rafael Reig, que se ha convertido en el mejor libro que ha caído en mis manos este año. Precisamente por ser la última me veo obligado a multiplicar mi entusiasmo, para que entendáis que no forma parte de una valoración desmedida sino de una torpeza en mi juicio como prelector. El libro llevaba meses en la mesita, y tuvo hasta sus teloneros, dos magníficas obras del mismo autor (podéis leer las reseñas de Lo que no está escrito y de Todo está perdonado aquí y aquí).
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Portada de Un árbol caído |
Un árbol caído, publicada este año por Tusquets (editorial con un impecable y cada vez más equilibrado catálogo editorial), parece la obra que Reig lleva ensayando durante años y que por fin ha decidido que ha llegado el momento de escribir. ¿Su obra perfecta? Es mucho decir, teniendo en cuenta que en cada libro nuevo el autor parece descubrir nuevos límites de talento y de maestría en el "tempo" narrativo.
En Un árbol caído, Rafael Reig -como ya hacía en sus dos libros anteriores- desarrolla una historia fascinante y poliédrica. Ese "tempo" del que hablaba antes hace que tengamos la sensación de estar leyendo varios libros simultáneamente, con el añadido -y la dificultad- de saber en todo momento que todo forma parte de un sólo discurso narrativo, con un propósito concreto, que en el caso de Reig siempre parece el mismo: transmitir que la verdad puede adoptar muchas formas, pero sólo a través de un discurso sincero el escritor podrá encontrarla, y si se sabe encontrar la magia adecuada que a veces tienen las palabras el lector se entregará sin remisión a la historia contada.
Un árbol caído cuenta, a traves de dos generaciones, la historia de los actores -protagonistas y secundarios- de la transición, tema ya abordado por éste y otros autores (el ejemplo más reciente que tengo como lector es Todo está perdonado), pero Reig le da una vuelta de tuerca. Se trata del relato sentimental de la transición.
Y en este sentido el autor nos da una lección de historia, ya que a veces los hechos se entienden mejor escuchando a los que los viven desde la segunda fila, y lo que parece un paso atrás en el rigor histórico de un acontecimiento es al final una perspectiva que le da sentido a todo.
En Un árbol caído, presenciamos la historia de un grupo de matrimonios amigos, que en el año 1979 esperan el regreso a España de Luis Lamana, un antiguo amigo del grupo. Este acontecimiento inesperado desencadena recuerdos, pasiones y deudas pendientes en el grupo.
Muchos años después, Julián, uno de los hijos del grupo, ahora escritor, recibe un encargo peculiar: investigar todo lo que rodeó a la muerte de otro de los hijos del grupo, Javier.
Con este planteamiento, la historia se nos cuenta en dos tiempos y a dos voces: una en primera persona, en la voz de Julián y en presente, y otra en tercera persona, que es de forma simultánea el relato de la época narrada pero no deja de ser el libro con el que el propio Julián deja testimonio de un momento histórico donde el tiempo desvela que había menos héroes de los que pensábamos y más villanos de los que la historia oficial nos ha querido mostrar.
Y como hilo conductor -y como pasa en las novelas de Reig, menos intrascendente de lo que parece - una partida de ajedrez entre dos de los protagonistas, Alejandro Urrutia y Pablo Poveda. La partida, cuyo desarrollo se nos muestra jugada a jufada en cada capítulo, no es sino una metáfora maravillosa del destino, los errores y los anhelos de toda una generación.
Es un placer poder recomendar libros como Un árbol caído. Porque su lectura supone vivir una experiencia única, y, lo que es más importante, su recuerdo perdura en el tiempo, como las cosas que de verdad merecen la pena en esta vida. Encontrar libros como este hacen de la recomendación una responsabilidad como amante de la literatura.
Ánimo, lectores. Lean y disfruten cuanto antes de Rafael Reig. No dejéis pasar un año entero, en este caso no merece la pena dejar lo mejor para el final.
Pd. Reig acaba de publicar Señales de humo, su nueva novela, también en Tusquets. Os contaremos muy pronto si lo ha vuelto a conseguir.
Pd. Reig acaba de publicar Señales de humo, su nueva novela, también en Tusquets. Os contaremos muy pronto si lo ha vuelto a conseguir.
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