Termino de leer Rayos, la última novela de Miqui Otero, cierro el libro, y sé que tengo la misma sensación que me han dejado esos pocos libros hechos desde dentro, que sin ser autobiográficos en realidad sí lo son, y dejan la huella no sólo del propio autor, sino que, de forma milagrosa, logran atrapar parte de la vida del lector, como si parte de lo leído fuera una ficción de nuestra propia vida.
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Portada de Rayos (Blackie Books) |
Es difícil hacer una reseña convencional de un libro que deja tantas cosas más allá de las palabras. Sería injusto para el propio libro. A veces los libros crecen una vez cerrados y recordados.
Nostalgia. La nostalgia es una camiseta de Barcelona 92, vieja y gastada, que nos ponemos cuando queremos regresar a un lugar seguro, a aquel que nos hace sentir niños de nuevo. Aunque ya no lo seamos.
Amistad. La amistad de cuatro amigos cuyo primer recuerdo nos lleva al primer día de colegio, a las primeras experiencias, a la fortaleza de una relación más allá del tiempo y del espacio. Pasan los años y siguen ahí, no hay que esforzarse por cuidar la amistad, porque la amistad aquí es un refugio al que siempre, repito, siempre, se puede regresar.
El hogar. El hogar definido como ese trozo de vida donde nos quitamos la máscara, donde baja el telón y podemos aflojarnos el pantalón y quitarnos el maquillaje. A Fidel Centella se le cierra la puerta de casa y no puede entrar (sus padres están de viaje), y decide emanciparse, yéndose a vivir a casa de sus amigos, Los Rayos, Justo, Io y Brais. Su nuevo hogar ya era su hogar. Porque a veces un hogar no es una casa. Los cimientos son las personas de las que nunca nos despedimos.
El amor. El amor a la persona a la que nunca le hemos dicho te quiero. Una amiga que es amiga desde los tiempos en los que no sabíamos lo que era una amiga. Quererse es mirarse y hablarse sin palabras. Quererse es darse cuenta de lo idiota que eres tarde, cuando ella se ha ido.
El regreso. Al pueblo, al lugar de donde viniste, en el que jugaste, corriste, lloraste. Regresar recordando, no olvidando. Pero regresar también haciendo una maleta y reconciliándote con tus recuerdos.
Reencontrarse. Quedar de nuevo en el lugar donde siempre quedabáís. Muchos años después. Vivís en ciudades diferentes, tienes hijos, nueva pareja, menos tiempo. Da igual, quedar como antes, a la misma hora, sin que sea necesario explicar nada.
Tener una canción, una broma cómplice que nadie entiende, un objeto que nos represente un momento único, sacudirse el envoltorio y que todo siga ahí, lo que somos, lo que nos une y lo que nunca nos podrá separar.
Nostalgia, no melancolía. Miqui Otero nos muestra que la vida pasa, que pasan cosas que nos hacen sentir otras cosas que nos hacen decidir para que ocurran otras cosas. Y que la nostalgia no es buscar en el pasado lo que no se tiene ahora, sino que se puede añorar la nostalgia hacia el futuro, hacia lo que está por venir, soñar con ella y sentir que es alcanzable.
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Miqui Otero |
Si Hilo Musical, su primera novela (Alpha Decay), nos descubrió a un autor con discurso propio, con pulso narrativo y diferente, con Rayos confirmamos el poso de los años y adivinamos el camino hacia su gran novela. Miqui Otero forma ya parte de nuestros imprescindibles.
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Hilo Musical, ópera prima de Miqui Otero |
Nuestro agradecimiento a Blackie Books, que en pocos años nos ha descubierto a dos autores llamados (en nuestra humilde opinión) a protagonizar los grandes episodios del futuro literario español: Santiago Lorenzo y Miqui Otero.
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Los Millones, una de nuestras favoritas de Santiago Lorenzo |
Descubridles cuanto antes. Disfrutadles sin prisa, desde el principio. Lo vais a agradecer.
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