¿Habéis jugado alguna vez a imaginar objetos o caras en las caprichosas formas que tienen a veces las nubes? ¿Ha habido ocasiones en las que una mancha os ha parecido que adquiría artísticamente la forma de un dibujo?
Esta es la propuesta de Hirameki, un original pasatiempo que nos trae Sexto Piso, editorial que nos tiene acostumbrados a su magnífico catálogo narrativo (referente en calidad y apuesta segura a la hora de encontrar libros fuera de norma) pero no tanto -al menos para mi- a libros de este tipo.
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Portada de Hirameki |
Creo que la mejor forma de explicar en qué consiste este libro la encontramos en los breves textos iniciales:
En el cantón de los Grisones (Suiza), Peng y Hu reconocieron la forma de una actriz famosa en la Mancha de una vaca. El granjero murmuró: "¡vaya, vaya!", pero continuó ordeñando impasible.
Cuando un enviado occidental invitado por el ministro de arte comió con palillos por primera vez, una colmenilla se le cayó de la boca y manchó el mantel. El ministro de arte hizo llamar a Peng y a Hu y les mostró consternado la mancha de grasa. Peng y Hu sacaron sus lápices y adornaron la mancha con tres líneas curvas. "Un perro gordo", aclaró Peng. " O un tapir", añadió Hu. "¡Y yo digo que es un cochinillo!", gritó el ministro de arte, sin mirar a nadie directamente.
Desde la cubierta de un barco, Hu vio una mancha roja que flotaba sobre el océano. Tenía la forma aproximada de un pantalón corto. Peng cogió un pequeño cubo, lo ató a una cuerda, extrajo una muestra, y valiente, la probó. Resultó que eran restos de sopa de tomate, que el cocinero del barco había tirado por la borda.
Durante una vuelta alrededor de la Tierra, unos astronautas descubrieron una mancha gigantesca, mayor que el continente americano. Peng y Hu recibieron las fotografías vía satélite y, tras observarlas minuciosamente, descubrieron en ellas una polilla aplastada en el ojo de buey de la cápsula espacial. Poco después, recibieron una nota de agradecimiento de la NASA y una horrible foto para su colección.
A partir de ahí, y con complejidad creciente, nos enfrentamos a Hirakemi, cientos de "manchas" informes que requieren nuestra ayuda para cobrar vida y convertirse en un objeto, un animal, una persona, o cualquier cosa que seas capaz de imaginar. Porque esa es la clave y el secreto para disfrutar plenamente de Hirakemi: la libertad absoluta de nuestra imaginación.
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Con Hirameki, nuestra imaginación echa a volar |
El libro avanza y la complejidad aumenta, pero también la satisfacción de encontrar formas más complejas. Mi experiencia personal es por el momento muy satisfactoria. Lo he utilizado en dos viajes en tren, como alternativa y descanso al libro que me acompañaba y he disfrutado de forma relajada de mis creaciones. Alguna, todo hay que decirlo, bastante absurda. Pero también se trata de eso, de aprender poco a poco a abstraerse y ver más allá del propio dibujo.
¿Es un libro para niños? Sin duda, puede serlo, y compartirlo con ellos puede ser muy divertido, pero Hirameki se deja disfrutar plenamente en solitario y para un público adulto. Es decir, es totalmente válido para niños pero no es un libro para niños.
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Una cara con gafas. ¿qué ves tú? |
Os aseguro, en definitiva, que una vez que uséis Hirameki veréis los lamparones, los desconchones o las humedades que se crucen en vuestro camino de otra manera.
¡Viva la imaginación!
Maravilloso descubrimiento! A por él!
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